Malvinas, la guerra desde el cielo: la historia de heroísmo de un piloto argentino

“La guerra se podía evitar, pero también se podía vencer al enemigo” relata Raúl Díaz, ex Aviador Militar de la Fuerza Aérea, ex Combatiente de Malvinas. 

Entre medio de misiles y un cielo iluminado por los ataques británicos, Díaz se eyectó de su avión, sabía que no podía pasar la noche entre las piedras, las bajas temperaturas y sus heridas no le iban a permitir sobrevivir, estuvo horas intentando pararse, tomó dos litros de agua de origen Israelí que tenía en su equipo y comenzó a caminar por la playa. 
 

Padre de tres hijos, casado, de Tandil, cuando entró en combate tenía apenas 33 años, sobreviviente de los ataques perpetrados por los navíos británicos, un ex soldado que volvería a la guerra si su pueblo lo necesita. 

-“Sí, volvería a la guerra si mi pueblo lo necesita”.

-2 de Abril de 1982- La noticia bélica lo sorprende, el desembarco Argentino en las Islas era noticia en el mundo y su grupo se encontraba entre los más importante del país. 

La fuerza Aérea estaba lista para el enfrentamiento bélico y tecnológico, los aviones M-5 Mirage que utilizaría Díaz y sus compañeros eran de la década del 70 y provenían de Israel con varias horas de combates encima, eran los mismos que habían participado de la Guerra de Yom Kipur.

-Mientras tanto, la voz de Leopoldo Galtieri emborrachaba al pueblo con el incentivo de símbolos patrios, predicando la muerte de más de 700 soldados-.

-“No soy un héroe, hice lo que tenía que hacer” expresa Díaz, dejando por sentado que la derrota también fue parte de la tragedia.

1 de Mayo de 1982-  Nadie esperaba el ataque de las Tropas Británicas, los soldados confiaban en que la diplomacia superaría la irracionalidad. Los pibes de dieciocho años tampoco sabían que Margaret Thatcher recibiría ayuda de la Fuerza Aérea Chilena y que su principal aliado sería Augusto Pinochet. ¿Sabían estos pibes quién era Margaret Thatcher?

Fue el inicio de la tragedia, comenzaron los ataques combinados a la zona de Puerto Argentino por parte de Gran Bretaña con navíos que superaban altamente el armamento Argentino. 

El bautismo de fuego comenzó con el intento de desembarco, el grupo a cargo de Díaz tenía una misión en grupo, pero salió sólo porque falló uno de los aviones de compañía. 

Atravesó una línea de fuego desde San Julián a Malvinas para evitar que ataquen puerto Argentino pero la falta de combustible lo obligó a regresar estando a escasos seis kilómetros del objetivo.

Comenzaban los ataques, el avión estaba lleno de misiles-viejos de Israel- y con los cañones listos, mientras que el enemigo atacaba con tecnología y armamento otorgado por los americanos.

-9  de Mayo- La prensa Argentina comenzaba con uno de los capítulos más inescrupulosos de su historia. Los títulos de los principales diarios demostraban la crueldad y el engaño con frases como “ESTAMOS GANANDO”,  “SEGUIMOS GANANDO” “MALVINAS RECUPERADAS”.

Esa mañana se desató un nuevo enfrentamiento, las condiciones climáticas mejoraron y los navíos enemigos aprovecharon para acercarse a Puerto Argentino.

Díaz-Jefe de Grupo-salió acompañado por tres aviones M5 Mirage, se intentaba combatir cerca del agua y a toda velocidad,  pero las consecuencias de aviones castigados en horas de guerra jugaron una mala pasada. La metodología era tan mala que en esa aproximación los radares no captaron una serie de Islas y los acompañantes del Jefe de Grupo explotaron por el aire. 

21 de Mayo de 1982, Buenos Aires- Aún sonaban los acordes desde el mítico Luna Park. Habían pasado dos meses del último recital de Serú Giran y paradójicamente fue la primera y única vez que interpretaron la canción “No llores por mí Argentina”.  La música iba tomando otros matices y Gustavo Santaolalla preparaba un trabajo renovador que desencadenó en el primer rock moderno del país.
 

10: 34 Am Malvinas: Raúl Díaz preparaba nuevamente su M5, la Operación Sutton daba inicio al enfrentamiento en San Carlos. La costa occidental de la Isla Soledad se preparaba como escenario de combate mientras la fuerza de desembarco Británica aplicaba armamento de última generación. 

-La guerra en el cielo- La oleada de misiones comenzó en la zona del canal de Puerto San Carlos, Díaz atacó una de las fragatas que portaba armamento nuclear, la misma que estaba en Oriente y no había pasado por Inglaterra para depositar ese armamento.

Aquellas horas de combate terminaron favoreciendo a las tropas Argentinas logrando derribar a navíos que se encontraban en el San Carlos. 

-“La zona del canal era la fiesta de la vendimia, eran fuegos artificiales por todos  lados, fuego de misiles y fuego de artillería de los navales Británicos queriendo destruir nuestros aviones y nosotros con bombas y cañones, era una  cuestión dantesca”, recuerda el ex piloto.

Mientras tanto, “los escuadrones argentinos olvidados”, dentro de la misma Guerra y enviados por la misma voz continuaban en el abandono político. La información no llegaba, la tecnología era mala y estaban mal equipados. La comida comenzó a faltar después del 30 de abril, tenían que soportar temperaturas de hasta 20 grados bajo cero, lluvia y nieve. También había soldados Argentinos con zapatillas. A los pibes los mandaron a la muerte. 

-24 de Mayo de 1982- Londres: El Ministerio de Defensa británico informó que “numerosas naves británicas fueron dañadas ayer en la bahía de San Carlos, fue durante varios ataques aéreos argentinos y que habían sido derribados siete aviones”. También redactaban que las fuerzas argentinas de ocupación trataron respetuosamente a los isleños.

Durante esa semana los ataques en Malvinas no cesaron, Raúl Díaz, había sobrevivido a tres. Los pilotos argentinos sabían que del otro lado el armamento era superior, dos de los M5 se habían estrellado contra un grupo de Islas por la falta de radar, y la flota Británica avanzaba con ayuda Chilena.

-“Pese a estar preparados para el ataque, todo sucede tan rápido que no hay forma de pensar”, dice Díaz. 

11:00  am del 24 de Mayo, Malvinas había amanecido con la nubosidad baja, quebrada y tendencia a niebla. En el continente, nubosidad alta, quebrada, estratiforme y techos altos; ligeras precipitaciones en Tierra del Fuego. Vientos regulares 20/35 nudos, apta para volar y atacar. 

Díaz fue Jefe de Cuadrilla, los M5-los mismos que habían participado en la guerra de Yom Kipur- estaban cargados con bombas frenadas de 125 km y 500 libras llenas de explosivos, de tal manera que si tocaba una fragata hacia un estrago en la tripulación y en la estructura; navegaron sobre el agua a unos 15 metros de altura y a una velocidad de 2000 km/h para entrar en combate sobre la Zona Norte del Gran Malvinas.

El Jefe de cuadrilla iba acompañado por un M5 a su izquierda y otro a su derecha, era la cuarta misión de Díaz, un piloto con horas de vuelo, que sobrevoló durante el conflicto del Canal de Beagle. 

Al día siguiente, el diario La Razón titulaba “Oleada de Mirage y Skyhawk atacaron a la Flota Inglesa en el Estrecho de San Carlos”. 

La Fuerza Aérea Sur había comenzado con las operaciones sin interrupciones, estaban destinadas a los buques y a la cabecera de plata en la Bahía San Carlos, durante el 24 de mayo se llevaron adelante doce órdenes fragmentadas. 

Díaz afirma que “con todo lo que implicaba volar sobre el agua suponía que no iba a quedar con vida el 24 de mayo”.

Sobrevolaron el estrecho San Carlos a 540 nudos y a diez metros del nivel del agua y sin radares para detectar al enemigo, lo que significaba estar en el blanco sin saberlo.

Díaz y su cuadrilla fueron detectados por  dos fragatas que estaban bien distanciadas en la zona norte del Gran Malvinas. Estuvieron en el blanco enemigo en dos oportunidades, pero  la segunda fue fatal.

-“Logramos perder al enemigo, pensábamos que estábamos preparados para volver al ataque pero fuimos interceptados en segundos”.

Los británicos enviaron un par de Harriers, avanzaron  sobre la vertical de la salida del canal a unos 300 metros de altura, primero lanzaron un misil al Teniente Castillo que sobrevolaba a la izquierda de Díaz, y luego recibió el impacto el Mayor Pua.

Los Harriers tomaron dominio de la cuadrilla Argentina, se desataba el peor momento del enfrentamiento, las diferencias de armamentos demostraban superioridad terrestre, y aérea. 

-“Sentía presiones terribles en el cuerpo, veía mucho fuego y ruidos difíciles de entender, es una película de segundos”. 

Un misil  terminó con la vida de Castillo que sin eyectarse cayó al mar, mientras que el Mayor Pua con graves heridas logró eyectarse salvando su vida.

En el momento de los ataques Díaz eyectó sus bombas y tanques de combustible para estar más liviano, los intentos fueron fallidos y un misil terminó de comprometer la vida del piloto.

El avión quedó sin gobierno y no tenia forma de comandar, pensó en la eyección, se habían encendidos todos los paneles de instrumento, era la única alternativa.

Entre medio de misiles y el cielo iluminado por los ataques británicos Díaz se eyectó.

-“No me di cuenta de lo que pasaba hasta que miré mis piernas sobre las nubes, me iba hacia una Isla y cuando quise girar no lo pude hacer porque mi brazo derecho estaba roto”. 

Aterrizó sobre piedras, con luxación en su hombro derecho, y en las vértebras 4 y 5.

Díaz sabía que no podía pasar la noche entre las piedras, las bajas temperaturas y sus heridas no le iban a permitir sobrevivir, estuvo horas intentando pararse, tomó dos litros de agua de origen Israelí que tenía en su equipo y comenzó a caminar por la playa. 

Pasado el mediodía fue recuperado por aviadores navales y trasladado hasta un pueblado Kelpers, allí  estuvo internado en un puesto comando. Minutos más tarde se encontró con  el Mayor Pua que se había salvado después de su eyección y le cuenta que Castillo no tuvo la misma suerte.

La salud de Díaz empeoró y para eso se montó una operación desde el continente “búsqueda rescate”, lo trasladaron a Puerto Deseado, luego a Comodoro Rivadavia donde estaba el Hospital Reubicable de la Fuerza Aérea,  y de allí a Buenos Aires.

El 1 de Junio se reencontró con su familia en la ciudad de Tandil, ya recuperado de las heridas y con idea de volver a volar. 

Era una mañana fría, de otoño, con pocas hojas y mucho por contar. Abrazó a sus hijos y se envolvió en llantos con su esposa. Lo extrañaban, lo deseaban, lo esperaban, y lo volvería a hacer. 

No le tiembla la voz,  se escucha firme y sin rencores, sin violencia y sin ánimo de revancha. 

“La guerra se podía evitar, pero también se podía ganar”.