Carmen De Tomas: la joven cantante de 78 años, que transcurre su vida entre clases de canto, ensayos y escenarios
- Publicado el 22/03/2020
Carmen Nació en un hogar de músicos. Su madre, Filomena Zerillo, su padre, Pedro de Tomas. Él era músico, tocaba la guitarra y el bandoneón, mientras que Lito, su hermano, de chiquito tocaba la batería y de grande el contrabajo. “Cuando Yo comencé a cantar, ahora de grande con 71 años, todo el mundo me preguntaba 'que sos de Lito de Tomas? y yo le contestaba ‘soy hermana’”, recuerda Carmen cuando el equipo de trabajo de A365 la visitó en su casa para conocer un poco más acerca de su historia. Una amabilidad extrema, una sonrisa contagiosa, con 78 años, Carmen transcurre sus días entre clases de canto, ensayos y escenarios.
“Desde muy chiquita mi padre me enseñaba a cantar; Él estaba asociado a algo como si fuera hoy SADAIC, pero de Buenos Aires y desde ahí le mandaban las partituras de tangos, pasodoble, algún chamamé, lo que se escuchaba en aquel momento. Cuando llegaba el cartero yo corría porque sabía que llegaba una partitura, entonces cuando mi papá llegaba de trabajar las sacaba y me las hacía cantar. Así cante hasta los 30 años, más o menos, pero nunca en público, sólo alguna vez en alguna fiesta familiar”, empieza su relato Carmen.
Se casó muy joven con Edgardo Sartor y fruto de su amor tuvo una hija,Susana Sartor, Se mudaron a Buenos Aires, donde pasaron gran parte de sus vidas. Su esposo no era del ambiente musical y su padre murió en el 80, por lo que ella no cantó nunca más y se dedicó a la familia. Regresan a Junín, luego de que Edgardo se jubilara, y en ese mismo año, Carmen pierde a su marido. Pasaron 10 largos años desde ese momento hasta que su deseo, ahí latente, se despertó y volvió a cantar.
Así describe Carmen cómo empezó la nueva etapa de su vida: “una vez viene un familiar de España mucho más joven que yo y que hacía muchísimos años que no me veía, y me pregunta: ‘vos cantas siempre?’, le respondo que no, que no lo había hecho nunca más. Entonces me dice: ‘vos mañana buscas a alguien que te acompañe, a un profesor y empezás a cantar’. Me encantó la idea. Conozco a Alfredo Farías, concreto de ir un día para probarme (esto fue en marzo de hace 7 años) y me dijo ‘para el 24 de mayo yo hago Esperando el 25 y vos vas a cantar folklore’. Esa noche fue hermosa e inolvidable y después de ahí seguí cantando”. La emoción le gana a Carmen, pero sigue relatando: “Esa primera noche que cante ante el público tenía 71 años. Fue cumplir un sueño que estaba dormido porque para mí, yo ya no cantaba más”.
Aquella joven, de hoy 78 años, recuerda que su mamá no la dejaba cantar en público, y sabía que jamás la haría, por eso “se despachaba” cantando sola en su casa. “Me casé a los 15 años. Era otra época, mi papá no decía nada, era mi mamá la que mandaba y yo era muy dependiente y tranquila; Para mí era normal, ella me decía no y yo sabía que era no. A veces lloraba, pero sola. En cambio yo a mi hija le dije: ‘vos vas a tener todas las libertades que yo no tuve’. Ella fue y es muy independiente, estudio, salió a trabajar, hizo lo que quiso, conoció todo lo que pudo. Yo quería eso para mi hija, después se casó con su primer novio, Roberto Quevedo, y tuvieron una hija, mi nieta Carolina Quevedo”, nos detalla entre risas Carmen.
“En el año 71 cante en Radio Junín, en un programa que se llamaba “Artistas de Mi ciudad” porque mi papá iba a tocar a esos lugares y estrenamos un tango que hizo él, que le escribió a un cantor que había fallecido y le hacían un homenaje, era un cantor del barrio en Moreno, primero se llamó al “Negro mata” y luego “Tango para un amigo”. Yo ahora lo lleve a SADAIC para patentarlo y le hice un homenaje a mi padre en Picasso, hace algunos años”, cuenta orgullosa la cantante.
Hace 3 años que toma clases de canto con Claudio Jurado, cuando está por entrar al escenario le da “esa cosquillita” en el estómago que describe cualquier artista, pero después de cantar algunos temas, confiesa que se le pasa: “si no tengo esa sensación antes de empezar, ese respeto por mi público, será momento de dejar. Andar sobre los escenario me mantiene viva y Dios. Yo soy muy creyente Dios, me fortalece todos los días. Llegó un momento que dije ‘Dios se lo llevó a él (por su esposo) y si me dejó a mí, yo tengo que honrar la vida’, entonces tengo que empezar a salir, empezar a hacer lo que me gusta. Valió mucho lo que me dijo en ese encuentro mi primo que vino y me incentivo”.
Carmen agradece permanentemente a Claudio y a Alfredo y los define como sus guías en este proceso de su vida, sabe que su familia la apoya y la respeta y deja un mensaje esperanzador para terminar la nota: “ tengan la edad que tengan, hagan lo que les gusta. No nos quedemos encerrada, no nos deprimamos Yo tengo un espíritu de reírme siempre, dentro mío siento que tengo 20 años, luego me miro al espejo y digo le digo al señor ‘como pasaron los años, cómo he cambiado’. Es hermoso poder hacer lo que a uno le gusta”.
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