“El Polaco” Fernández, inventor de “Lloren chicos lloren, lloren las chilindrinas, lloren, que hay palito, bombón helado”
- Publicado el 16/02/2020
Adolfo Alberto Fernández “el Polaco”, como todos los conocen, personaje de nuestra ciudad, pasó más de la mitad de su vida vendiendo helados. El creador de la famosa frase: “lloren, chicos, lloren”, le abrió las puertas de su casa a A365, entre mates y emocionando, nos contó de su vida, sus inicios, el desarrollo en su venta; cómo vive hoy, con más de 70 años, de lo que terminó siendo el sustento económico esencial para su familia: la venta de helados.
“Estaba sin trabajo,me encontré en una quinta con una familia amiga y me dice “No te animas a vender helados?”, le contesté que sí. De esa manera nos comenzaba a relatar su vida el hombre que le dedicó más de media vida a la venta de helados. “Me presentaron en Bonafide, que en ese momento estaba al lado del Cine Cristal y así empecé. Cuando nos juntamos con mi mujer, Maria Elsa Silva, la pasamos mal, a veces no teníamos para comer, salía a cazar alguna liebre, cuando agarraba dos, me ponía contento, una la vendía y a la otra la hacía estofado para comer. Ahora, gracias a Dios estamos bien, ya hace 15 años que estamos bien, muy bien”, nos cuenta Adolfo.
“El Polaco”, nos dice que en aquellos años, cuando él empieza, a la Laguna de Gómez llegaban miles y miles de persona; se vendían 700 helados, a las pocas horas de la tarde no había más para vender y recuerda: “En ese momento habíamos 50 heladeros porque se vendía mucho. Como veía que entraba plata a la casa, que era un bien para mis hijo, para mi y mi mujer seguí toda la vida. Estuve más de la mitad de mi vida vendiendo helados”.
Papá de 8 hijos, abuelo de 22 nietos, y bisabuelo de un varón y una mujer, Adolfo se casó hace 3 años, después de 45 junto su compañera de vida, Maria Elsa. Lo hicieron a pedido de sus nietos, como una celebración de amor y alianza de por medio, como si después de tantos momentos compartidos hiciera falta. Según nos cuenta, han pasado épocas complicadas: “La venta empezó a bajar hace tres años atrás, antes yo salía una hora o dos y vendía 300 helados haciendo el recorrido en los barrios, ahora vendo 50, es terrible la crisis; antes, hace 7 años atrás me daba el lujo de regalar helado, ahora no se puede, no puedo venderlo más caro para recuperar ese dinero porque la gente no tiene plata, nos detalla y se esperanza con la idea de que las cosas vuelvan a mejorar, por su bien y por el de todos.
Entre risas, Adolfo, el inventor de “lloren chicos lloren”, nos cuenta cómo surge esa idea: “yo vendía y gritaba, “helado palito, bombón helado”, hasta que un día estábamos acá en mi casa, con mi señora y con Jorgelina; estaba fresco y quería helado, yo le decía que no porque estaba frío y le iba a hacer mal. Y se puso a llorar, entonces le digo: “llorá Jorgelina, llora”; de ahí me salió y quedó esa frase. Me acuerdo que los chicos decían “mami yo no quiero helado del kiosco, quiero helado de “lloren chicos”.
Los días de “el Polaco” hoy, son bastantes distintos a los de hace 10 años, en ese momento salía todos los días : “ahora ya tengo 70 años, no puedo. Hago todos los mandados, le doy de comer a las gallinas y después preparo la bicicleta, los helados y salgo; hago el recorrido del barrio todos los días, los sábados hago primero el barrio y después voy a la laguna; el domingo me voy directo para allá porque tengo una amigo que tiene una casilla y me deja tenerlos en el freezer. Vengo de vender helados, cansado, pero a la tardecita me voy al club, a jugar con los otros viejos igual que yo, a hacerlos renegar, a jugar uno o dos cabreros “.
De lunes a lunes, con su chaqueta blanca impecable, mérito que le reconoce a su señora, Adolfo toma su bicicleta (la cual se resiste a dejar) con el mismo entusiasmo de hace más de 40 años. Lo emociona y se le nota saber que la gente lo espera, le tiene afecto y no duda en decir que lo mejor que le dio éste trabajo son las amistades que consiguió en todos lados; se siente fuerte y se visualiza con 80 años, vendiendo helados: “esto le dio sustento económico a mi familia, gracias al helado pude hacer mi vida, y darme algunos lujos, comer un asadito o hacer un lechón para toda la familia, que es lo mejor que tengo”.
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