Entrevista a Nicolás Morente: “Zubeldía está más vivo que nunca, a sus ideas no las podrán matar jamás”

  • Por Juan Francisco Vilches -
  • Publicado el 21/04/2019

Osvaldo Zubeldía fue el juninense que más trascendió a nivel mundial. Futbolista, entrenador, creador de una escuela, el punto más alto de su carrera fue al consagrarse campeón del mundo como DT de Estudiantes de La Plata nada menos que frente a Manchester United, en el hasta ese momento inexpugnable Old Trafford.
Hijo de Ignacio Zubeldía y Ursulina Chidichino, hermano de Lidia y Daniel, nació el 24 de junio de 1927 pasó su infancia en Villa Ortega y se inició en el club BAP. Fue delantero de Vélez Sarsfield, Boca Juniors, Atlanta y Banfield, y entrenador Atlanta, Banfield, Vélez Sarsfield, Estudiantes de La Plata, Huracán, San Lorenzo y Racing Club, además de Estudiantes de Medellín y de la Selección Argentina. Murió el 17 de enero de 1982 en Colombia.

Su participación más brillante fue en el club Pincharrata, donde además de títulos locales, Copas Libertadores e Intercontinental, dejó una huella profunda desde lo humano y lo deportivo, que es reivindicada diariamente en la institución presidida actualmente por Juan Sebastián Verón.

 

El periodista juninense Nicolás Morente escribió “A la gloria no se llega por un camino de rosas”, una biografía de Osvaldo Zubeldía editada por Corregidor. Su título toma la frase que el entrenador escribió en un pizarrón del estadio Old Trafford y que aseguran que está guardado en un museo.
Morente dialogó con Agenda 365 sobre Zubeldía, su vida y su obra.

 

¿Por qué elegiste a Osvaldo Zubeldía?

-A los 8 años me quedó grabada la participación de Argentina en el Mundial de Italia 1990. Las corridas de Claudio Caniggia, el tobillo de Diego Maradona, el triunfo ante Brasil, los penales contra Yugoslavia e Italia, y el llanto final tras perder con Alemania, son fotos que no olvidaré. La figura de Carlos Bilardo me empezó a llamar la atención. En 1996, El Doctor comenzó una tira diaria nocturna en Radio La Red. Allí siempre mencionó a Osvaldo Zubeldía y eso me despertó interés. Entonces me llamó la atención con mi papá Orlando cuando íbamos el cementerio a visitar a mi abuela Mariana Cazabat me decía que allí en la parte principal externa estaba la tumba de Osvaldo.
Entendí que en Junín teníamos un entrenador que había logrado el mayor éxito con Estudiantes de La Plata. Pasaron los años, y empecé a vincularme con el periodismo. Dos personas me mostraron más en profundidad quién había sido Zubeldía. Rubén Azconzábal, Miguel Ángel Villafañe, y Roberto Fij, fueron los más efusivos. A la par me puse a investigar sobre su labor en el fútbol, pero advertía que en Junín se lo ignoraba. Con el tiempo interpreté que el ser humano tiene mecanismos de defensa ante tipos capaces como Osvaldo, mostrando complejos de inferioridad, y el hecho de ignorarlo fue una muestra poco inteligente de la idiosincrasia juninense que no valora a ciertos personajes que fueron y serán embajadores de la ciudad en el mundo.

-¿Qué fue lo que más te sorprendió en el proceso de trabajo?

NM: Me fui sorprendiendo de aspectos desconocidos de la vida de Zubeldía. Y muchas preguntas que me hice, como sobre el “antifútbol” o la personalidad de él fueron respondidas desde mi rol de periodista, no cambiando mi hipótesis inicial. Encontré un tipo humano, formador, buen entrenador, parco, rico de conocimientos, y sufriendo a la vez exagerados ataques de cierto sector del periodismo y del fútbol. Algunos ciertos, pero con matices distorsionados. Él tuvo una relación de respeto con referentes de líneas futbolísticas opuestas. César Luis Menotti, Juan Carlos Lorenzo, Helenio Herrera, Roberto Saporiti, entre otros. Entonces me di cuenta de que había una figura que su muerte había silenciado, tal vez dándole mayor lugar a la figura de Carlos Salvador Bilardo, campeón del mundo en 1986, su mejor alumno desde lo futbolístico, pero bastante diferente en formas de actuar desde lo humano. Eso lo fui descubriendo con el tiempo de trabajo. La investigación arrancó con un informe en Radio Junín, siguió con alguna entrevista al propio Bilardo, con quien forjé una gran relación hasta hoy, luego continué con un libro y con un trabajo televisivo para TyC Sports y algún otro documental que colaboré con Christian Rémoli.

 

-¿Con qué disfrutaste más?

-NM: Haber escrito algo de la vida de Osvaldo Zubeldía me dio y me sigue dando muchas satisfacciones. Me llaman de diferentes lugares del mundo para dar alguna entrevista o por ejemplo estar hablando de él en esta charla. El camino de ir haciendo entrevistas, investigando archivos, interpretarlo, escribiendo fue una etapa que disfruté mucho. Hasta lo soñé muchas veces tratando de intercambiar algún diálogo. El murió el 17 de enero de 1982, y yo nací en julio de ese año. No lo conocí, pero a través de mi laburo siento que sí. Muchas veces me pregunto, ¿y sí hago otro libro? Me cuesta ser creativo. Es muy fuerte su figura. Disfruté mucho cuando presenté el libro en la sede de Estudiantes junto a Patricio Hernández, Miguel Ignomiriello, y Oscar Malbernat. También cuando en Radio La Red me senté a la mesa con Carlos Bilardo a recordarlo. Me abrió muchas puertas, inclusive, sentarme a charlar, a tomar un café con Carlos Bianchi, siempre difícil para entrevistar pero elogioso para su figura. El mayor orgullo de ser el primer periodista que se animó a escribir sobre Zubeldía, con el agregado de ser juninense como él. Eso me emocionará hasta el último instante de mi vida. 

¿Pensás que es reconocido como se merece en el fútbol argentino?

NM: -Es reconocido de forma permanente por el fútbol. El tiempo lo puso en su lugar como a otros entrenadores. Falta que Carlos Griguol tenga también un lugar importante. Las antinomias generan grandes negocios pero no construyen ni dejan algo enriquecedor para el fútbol. Creo que Zubeldía, más allá de esa final vergonzosa y trágica con el Milán en 1969, donde esa noche se le dio argumento a la crítica para llevar el estigma del antifútbol, se lo marcó a fuego y ese fuego lo quemó hasta su muerte. También entendí que la perfección no existe y que grandes procesos de la historia también tienen momentos de errores, de frustraciones y de críticas. Un club chico se sentó a la mesa de los grandes. Imperdonable. La muerte lo olvidó por un tiempo pero su trabajo fue tan importante que se terminó imponiendo sus luces por encima de esas sombras.
La escuela de juego y de ser en Estudiantes de La Plata, revolución en Colombia, la cultura del trabajo, valores humanos, como cuando decidió alejarse de la Selección argentina por solidaridad con su compañero, Antonio Faldutti porque no le daban el mismo rango de DT. Por plantarse ante Valentín Suárez (el otro Grondona de la historia), que le quiso imponer formas de juego y cambios en su paso por Banfield. Siempre defendió al jugador y nunca se sentó a una mesa con dirigentes mientras había futbolistas presentes. Respetaba cada rol. No tenía la dialéctica de un político o la de un intelectual, pero estaba preparado como pocos, con calle y sentido común. Hoy a casi 36 años de su muerte sigue más adelantado que muchos. 

 

-¿Que era Junín para Zubeldía?

NM: Su tierra, sus recuerdos de BAP, su familia (Don Ignacio, Ursulina, y sus hermanos), amigos de la infancia, su quinta camino a la laguna. Charlas interminables con Roberto Fij y Miguel Ángel Villafañe (con ellos siempre hubo química futbolera), y en los últimos tiempos de su vida una intensa amistad con el doctor Rubén Vergara. Roberto y “Chacho” fueron su Argentino Geronazzo y Antonio Faldutti, porque con ellos hablaba de fútbol en cada visita, la gran pasión de Zubeldía.

A la par me dolió saber que asesoró a Sarmiento cuando llegó a Primera en 1980 y que no le dieron bola. Recomendó que Roberto Perfumo no sea el DT porque no tenía experiencia y les dijo hace 38 años que debían trabajar seriamente en inferiores. El tenía deseos de regresar a Junín para formar jugadores. La muerte se lo impidió. Recién en 2005 la dirigencia apostó por un semillero serio. Ese camino al que Zubeldía le había comentado a Ernesto Sabella 25 años antes. Es el único camino que tienen para recorrer los clubes como Sarmiento.

- ¿Cuál es la anécdota que más te gusta de Osvaldo?

NM: Cuando termina de salir campeón del mundo se da una charla entre Madero, Bilardo, el utilero Callero y Zubeldía. Madero y Bilardo le remarcaron en el vestuario que se habían convertido en el mejor equipo del mundo y que estaban solos. Zubeldía asiente, emocionado, y les dice “mañana tenemos que seguir trabajando”. Y un día en Canal 7, Osvaldo estaba explicando cómo se contrarrestaba la ley del fuera de juego. Bilardo se vuelve loco y le grita: “¡Está loco! Nos costó tanto eso y usted la da a conocer”. Zubeldía, con rol de educador, le responde: “Lo hago para que me ayuden a pensar en una nueva jugada para contrarrestar”. Un maestro. 

-¿Cuál frase suya preferís?

NM: Hay varias. “A la gloria no se llega por un camino de rosas”, resume toda su labor. Sin trabajo, dedicación, pasión, preparación y planificación no se pueden lograr objetivos. Y por más espinas que aparezcan hay que estar fuertes para alcanzar la gloria.

-¿Cuál es el legado de Zubeldía?

NM: El trabajo y su laboratorio. Él decía: “No inventé nada”. Muy cierto. El observaba, copiaba y mejoraba. Así lo hizo con los checos la jugada del fuera de juego, después otros jugadores le contaron que podría lanzar los córners con pierna cambiada, centro al primer palo, y otras jugadas más. Escuchaba y trabajaba. Después volvían a la cancha y a trabajar para mejorarlas. Las concentraciones fueron innovadoras, las pretemporadas, y otras innumerables jugadas. Hasta el Holanda de todos los tiempos copió, elogió y adoptó cuestiones tácticas de Zubeldía. A veces el éxito también pasa por formas de actuar y trabajar. Siempre defendió al jugador, inculcó grandes valores de vida, formas de juego y trabajo. Zubeldía está más vivo que nunca, sus ideas no las podrán matar jamás.