#Entrevista: “Las herramientas que está usando el gobierno son la base de una política monetaria muy restrictiva”, advirtió el economista Esteban Kiper

Si bien nadie hace futurología con respecto al valor que llegará el dólar, los economistas coinciden que la obsesión del gobierno es continuar bajando el déficit fiscal sin importar el impacto que tiene sobre la población. 

El economista y profesor de la Universidad Arturo Jauretche Esteban Kiper dijo en una entrevista con Agenda 365 que “en los años electorales siempre la incertidumbre sobre el futuro crece, y se traduce en mayor tendencia a la dolarización de carteras”.

-¿Cómo analiza la suba del dólar superando los $40? 

EK- Las tensiones en torno a la cotización del dólar no están resueltas. Están contenidas a partir de una política monetaria muy restrictiva, con tasas de interés muy altas. La paridad cambiaria en torno a $40 se puede sostener mientras se frene la dolarización de carteras del sector privado, cosa que ha logrado el BCRA con su política de tasas. Pero la cuenta corriente sigue siendo negativa, la economía sólo ajusta la demanda de dólares para importaciones como resultado de una brutal recesión, y estamos en un año electoral. En los años electorales siempre la incertidumbre sobre el futuro crece, y se traduce en mayor tendencia a la dolarización de carteras (dólar ahorro).  En la medida en la que el gobierno no aparezca como un claro ganador de la contienda electoral, la tensión cambiaria va a aumentar. Si además el gobierno para ganar las elecciones pone más plata a circular, va a haber más liquidez para presionar sobre el dólar. Nadie sabe con certeza cuánto ni cuándo va a subir el dólar, pero la presión al alza va a estar latente todo el año.

 -¿Con este escenario cómo nos miran los inversionistas del exterior? 

EK- Las inversiones externas reales llegaron a cuentagotas durante 2016-2018. Y este año van a ser menores aún. Entre la incertidumbre electoral, y la recesión, es muy improbable que una empresa decida invertir en argentina.  Y las inversiones más financieras, incluyendo acá las inversiones en energías renovables, se cortaron con la crisis, y hasta que no quede claro cómo se estabiliza macroeconómicamente el país, es improbable que vuelvan a fluir de la misma manera. El único sector que presenta una perspectiva claramente alentadora es el de petróleo y gas no convencional. Pero ahí se acaban de cambiar las reglas de juego para el gas no convencional, los precios no están claros, y la inversión en este sector se está enfriando. Petróleo tal vez pueda seguir creciendo con mayor estabilidad, dado que depende menos de las decisiones regulatorias. 

-¿El gobierno tendría que estar preocupado por esto? 

EK- El gobierno está preocupado por llegar a las elecciones sin una crisis cambiaria como objetivo número uno. Eso aceleraría la inflación y terminaría de sepultar las chances del oficialismo. Luego, como segunda prioridad, apuestan a que la inflación baje un poco. Esto es crucial también para que los trabajadores puedan recuperar algo del salario real perdido en 2018 (en promedio un 12%). En tercer lugar, si pueden empujaran la actividad con políticas expansivas dentro de las posibilidades dele acuerdo con el FMI, para no llegar a las elecciones en medio de una recesión tan profunda. Fuera de eso, la inversión, el desarrollo, etc, son preocupaciones que quedan para el próximo mandato. Hoy el gobierno tiene prioridades/urgencias de muy corto plazo. Y su única política de fondo es bajar el déficit fiscal y esperar que el mercado le vuelva a levantar el pulgar. 
Adicionalmente, este esquema es muy vulnerable frente a cambios en el contexto internacional. El impacto de cualquier cambio negativo del panorama financiero global a la economía argentina la afecta mucho más violentamente, por la debilidad de su esquema macroeconómico. Para que haya estabilidad cambiaria no sólo se requeriría un panorama electoral muy favorable al gobierno (cosa muy improbable a priori, dado que todos los escenarios son de paridad con la oposición peronista), sino también un escenario internacional estable y favorable a los países emergentes. 

-¿Cuáles son las herramientas para controlar la inflación? 

EK- Las herramientas que está usando el gobierno son básicamente una política monetaria muy restrictiva. Lo que se llama una política de agregados. Congela los agregados monetarios sobre los que tiene control, sin importarle cuán alta sea la tasa de interés que resulta de esa política. De esta forma el mercado "define" la tasa que le "cierra" para quedarse en pesos. Y de esa manera se frena la corrida contra el peso y se estabiliza el dólar. Frenar el dólar es lo primero que tenían que hacer para que esta inflación alta no derivara en algo peor, como un régimen de alta inflación, una economía indexada, tasas del 100% anual, etc. ¿Ahora, alcanza para bajar la inflación a partir de acá esta política? No está claro. Por un lado, la fuertísima recesión y el aumento del desempleo van a quitar presión sobre el mercado de trabajo, y debería permitir que la inflación baje un poco. Por otro lado, están las tarifas que siguen presionando al alza de los precios, y empujan para arriba. Está la inercia, que tiende a que los precios sigan creciendo con el impulso que venían creciendo. Y finalmente, como no se sabe si esta estabilidad del dólar es permanente o transitoria, tampoco hay un ancla muy fuerte por ese lado. 
El costo de esta política está siendo muy elevado. El acceso al financiamiento del capital de trabajo de las PyMES está inaccesible, en un contexto de ventas que se derrumban. Muchas empresas cierran. El daño es muy grande e irreparable. 

-¿Y para la gente de a pie que año económico le espera? 

EK: El panorama para los trabajadores es incierto. Si al gobierno le salen bien las cosas, y logra contener el dólar y la inflación, el salario real debería subir un poco y la situación mejorar respecto de un 2018 terrible. Ahora, las chances de que esto pasen hoy son inferiores al 50%. Y es posible que el dólar suba un poco, que la inflación no baje demasiado, y el salario siga en estos niveles muy deprimidos. 

-Los asesores del gobierno le plantean a Macri una economía “aún más liberal”, ¿es lo que se viene? 

EK- El programa de gobierno si hubiera un segundo mandato de Macri es bastante transparente. El gobierno piensa que cumplir la meta fiscal es lo prioritario, y que si cumple con eso "lo bueno" vendrá sólo. Y no es así. Priorizar como lo está haciendo el gobierno el cumplimiento de la meta fiscal sin prestar ninguna atención al crecimiento de la economía puede ser contraproducente. Es lo que ha pasado en Europa con la crisis financiera. Los países implementaron políticas fiscales muy duras para lograr tener superávit y recuperar la confianza del mercado. Pero el ajuste generaba recesión, bajaba la recaudación de impuestos, y el resultado fiscal no mejoraba. El perro se mordía la cola. Argentina puede entrar en ese circuito. Por eso es importante tener un ojo puesto en cuáles van a ser los mecanismos para lograr que la economía vuelva a crecer, cuidando que eso no venga de la mano de un déficit externo muy fuerte, que es lo que suele pasar. Es muy importante buscar los mecanismos para que las exportaciones recuperen dinamismo. Y ver en qué medida y de forma inteligente se puede reducir el crecimiento de las importaciones cuando crece la economía, en particular en algunos servicios como el turismo. 

-Cada comienzo de año la cosecha aparece como una de las herramientas salvadoras de la economía Argentina, sin embargo hasta la misma Lilita Carrió criticó a los productores en su cuenta de TW que decía “liquiden y hagan patria”, ¿Cuál es el panorama este año? 

EK- Este año la cosecha va a tener un impacto positivo en el nivel de actividad. Porque venimos de un año muy malo. La sequía fue tremenda. Así que va a generar un impulso. El campo claramente es un sector clave en la economía argentina, y es y seguirá siendo el principal o uno de los principales si vaca muerta logra convertirse en un cluster exportador, generadores de dólares de la economía. Luego, cómo se canaliza el excedente de ese sector es un problema estructural de la economía argentina, no de los productores. Los productores no tienen que hacer patria, tienen que hacer negocios. Y la economía argentina por su fuertísima inestabilidad, no ha logrado generar oportunidades de negocios interesantes para los productores, que terminan o comprando dólares o invirtiendo en ladrillos. Inversiones que aportan poco o nada al desarrollo del país. La vuelta a eso hay que encontrársela por el lado de tener una economía un poco más estable, y generar espacios de inversión rentables y atractivos. Y mejor si tienen que ver con sectores que puedan exportar. El estado tiene una tarea titánica en este sentido.

-Muchos especialistas también hablan de “dolarizar la argentina”, ¿Es una solución? 

EK- Dolarizar no es una solución. El país pierde la posibilidad de hacer política monetaria, financiera, crediticia y son cosas que un país que pretenda desarrollarse no puede resignarse a no tener a cambio de comprar estabilidad macroeconómica. Hay que lograr encontrar los mecanismos para alcanzar la estabilidad macroeconómica por otro lado.