El año en el que el ATP y el IFE salvaron a las empresas

  • Publicado el 26/12/2020

Las empresas argentinas superaron la crisis de la crisis, como suelen decir en el sector privado. Sucede que la mayor parte de las fábricas, comercios y constructoras del país, entre los rubros que más empleo generan, habían sufrido un impacto brutal que las dejó al borde del cierre producto de la recesión económica que provocó el gobierno de Cambiemos entre 2017 y 2019. La promesa de una reactivación industrial, con un modelo de dinamización del consumo interno y sustitución de importaciones, quedó en etapa embrionaria ante la llegada de la pandemia.

La ayuda del Estado a las empresas y a los trabajadores fue clave para superar la pandemia. Fueron $867.200 millones los fondos desembolsados por el Gobierno en distintas formas: ATP, IFE y créditos subsidiados. El 2020 concluye con la reapertura de casi todos los rubros, aunque con pérdidas imposibles de recuperar y con una herencia de costos que pulverizó la rentabilidad y pone en duda la capacidad de rápida recuperación pospandemia.

Según números oficiales a los que accedió BAE Negocios, con el ATP fueron alcanzadas 306.000 empresas a las que el Estado auxilió con el pago del salario, lo que significó un universo del 55% del total. Eso significó que el Gobierno inyectó dinero en casi 3 millones de trabajadores que cobraron, al menos, un sueldo por parte del Estado. En las 8 rondas en que se activó el programa, el desembolso fue de $225.000 millones en salarios.

En términos de financiamiento, la aplicación de la tasa al 24% que dispuso el Banco Central fue otorgada a 110.000 empresas, con un costo fiscal de $537.200 millones. Mientras que las líneas a 0% beneficiaron a 565.000 monotributistas y autónomos, a donde se destinó $65.000 millones. Sin contar los fondos de garantías del FOGAR, que ayudaron a 45 mil pymes para que pudieran tomar créditos al 24%, como también a los 565 mil monotributistas y autónomos pudieron tomar la tasa al 0%. A esos números hay que sumarle los $265.000 millones que se distribuyeron en las 9 millones de personas alcanzadas por el IFE, lo que significó consumo y tracción de la actividad económica.

La actividad industrial tendrá, a diciembre, una recuperación que llevará a la producción manufacturera a etapa prepandemia. Lejos de ser un buen índice, atrás quedaron los números de récord histórico de caída de ventas, corte de cadena de pagos, apagón generalizado de las máquinas, que llegó a incluir a los hornos que hacía mucho tiempo se cerraban.

El cierre de comercios aún es incierto. Mientras que el derrumbe de la actividad de la construcción generó una pérdida de 130.000 puestos de trabajo. Una catástrofe, en línea con una salud en crisis.

La obra privada luego del levantamiento de las restricciones más duras, y la obra pública que se activó promete recuperar obreros en casi su totalidad. Pero los trabajadores dispensados, sumado a los costos por protocolos sanitarios llevó a las empresas a sobrevivir, lejos de hacer negocios.

Con este escenario de crisis terminal, las fábricas, los comercios y las constructoras esquivaron durante 2020 la tentación de cerrar portones y bajar cortinas. Muchas volcaron parte de su actividad al sector no registrado para poder "hacer caja", según admiten los propios empresarios. Pero dejan claro un punto central: el milagro de haber superado una pandemia sanitaria, luego de una pandemia económica que las había dejado agonizantes.

Nota Ariel Maciel Bae Negocios