Atentado a CFK: los puntos oscuros de la investigación
- Publicado el 10/09/2022
Aparecieron diferencias entre los investigadores del atentado a CFK. Un sector cuestiona que no se avance con la detención de los que participaron de la inteligencia previa, ni en delimitar la responsabilidad de posibles instigadores como el grupo violento “Revolución Federal”. También consideran lento el análisis de celulares e imágenes. Los argumentos del juzgado y los de sus críticos.
Desde el punto de vista judicial, está probado que el grupo que rodeaba a Fernando Sabag y Brenda Uliarte estuvo frente a la casa de Cristina Kirchner, en la esquina de Uruguay y Juncal, los días 23, 27, 28, 30 y 31 de agosto. Al día siguiente, el 1 de septiembre fue el ataque. Un informe de la Dirección Judicial de Delitos Complejos (Dajudeco), que analizó el entrecruzamiento de llamadas, confirmó que los celulares de Sabag, Uliarte y Gabriel Carrizo, otro miembro del grupo, estaban frente al domicilio de la vicepresidenta el día del atentado. En el espionaje previo, algunas veces estuvieron camuflados como vendedores de copitos de nieve: impresiona ver al propio Sabag, el sábado 27, transitando de un lado a otro de la esquina, simulando ser vendedor (hay una imagen de C5N). O el 28, parado sin copitos, contra una de las paredes de los edificios, pero observando, seguramente tratando de establecer qué medidas de seguridad rodeaban a la vicepresidenta y cuántas personas la protegían. Ese día también estaban Uliarte y otro integrante del grupo, Gabriel Carrizo. En un sector de los investigadores hay tres ansiedades. La primera, no entienden cómo la jueza María Eugenia Capuchetti no avanza sobre el grupo teniendo tanta evidencia de que hicieron inteligencia en los días anteriores al atentado. En el juzgado afirman que buena parte de las imágenes todavía no las tienen. La segunda ansiedad está relacionada con el grupo Revolución Federal que aparece en escena en varias oportunidades, algunas con la presencia de Brenda. La organización negó tener relación con el ataque. Pero, además, se trata de identificar si alguien instigó y/o manipuló al grupito. El tercer punto es el análisis de la información que surge de todas las cámaras de seguridad y del celular, ahora desencriptado, de Uliarte. Entraron al juzgado ocho CD con imágenes que consiguió la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) que, además, está trabajando con las comunicaciones. Mientras tanto, la Dirección de Asistencia Judicial en Delitos Complejos -organismo que depende de la Corte Suprema- estudia los llamados entrantes y salientes y, en especial, dónde estaban los celulares de cada integrante del grupo.
Un grupo organizado para el atentado
Estuvo claro desde el principio quién fue el atacante. Se arrancó diciendo que tal vez Sabag fuera un lobo solitario. Pocas horas después quedó claro que Uliarte también estaba en la escena y que ambos llegaron decididos a Juncal y Uruguay, no vacilaron, no hablaron entre ellos, se posicionaron, Sabag avanzó sobre CFK y, milagrosamente, falló. Uliarte ni se fijó en qué pasó con su novio: abandonó la escena como parte de la operación.
Ahora está claro que el grupo participó del espionaje y, por lo tanto, de la tentativa de asesinato. Cada vez aparecen más imágenes, a veces usando la venta de copitos como pantalla, y a veces simplemente escudados en gorros y barbijos. A uno de ellos, Gabriel Carrizo, no sólo se lo ve en la esquina, sino que en su celular hay una amenaza al Presidente: “Seguro el próximo sos vos Alberto, cuidate”.
Impacta ver al propio Sabag con el palo de los copos de nieve transitando la esquina, ida y vuelta, el día en que el jefe del gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, puso las vallas y la gente se acercó de manera espontánea al edificio donde vive la vicepresidenta. En esa instancia, Sabag aparece a dos metros del gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof.
Todo indica que la jueza Capuchetti espera más elementos para firmar una orden de detención o tal vez dispuso seguir a los cinco integrantes del grupo que están en libertad. Oficialmente contestan que una cosa es lo que se ve en las pantallas y otra lo que tiene la Justicia: parte de las imágenes no llegaron a Comodoro Py, dicen. La PSA entregó este viernes los ochos CD con imágenes.
Al mismo tiempo, están los que piensan que para avanzar en la investigación de la tentativa de magnicidio hay que avanzar con la detención del grupo. No se les puede dar la ventaja de seguir, por ejemplo, tapando cosas. Es cierto que los celulares ya están en manos de la magistrada y el fiscal, pero tienen mucho borrado y habrá que ver si tomaron la precaución de no llevar alguno de sus teléfonos a Comodoro Py.
La incógnita del instigador
El gran interrogante tiene que ver con lo que puede haber detrás del ataque. O sea, alguien que haya instigado el magnicidio o haya manipulado al grupo que, es cierto, estaba integrado por marginales, una parte de ellos muy influenciables. Sabag es hijo de un padre y una madre que estuvieron presos por hurto en Brasil y el padre se fue a vivir a Chile con otra esposa y otros hijos. Brenda Uliarte fue abusada, abandonada por su madre, perdió un bebé, murió la abuela que la crió. Ambos vivían en lo que puede considerarse una pocilga, él tiene videos de pornografía infantil en su celular y ella produce y vende material erótico grotesco.
Al mismo tiempo, tienen apariciones mediáticas que parecen acordadas con distintos canales, destilan odio y mienten de forma reiterada afirmando que ella estudia y que tuvo planes sociales pero renunció a ellos. Él postea “ni Cristina ni Milei”; ella postea videos en los que respalda a Milei. Uliarte participa de marchas y escraches violentos.
No está claro de qué viven. Sabag cobra 60 mil pesos del alquiler del departamento que heredó de su madre. De eso, se supone que paga 15 mil por el monoambiente de San Martín. Pero tienen celulares, van de un lugar a otro, y estuvo dispuesto a pagar un anticipo de 10 mil pesos para hacerse un tatuaje el mismo día del ataque, en Quilmes. A esa hora, en la que estaba intentando tatuarse, ya tenía la Bersa en el bolsillo y todo indica que ya sabían que iban a perpetrar el atentado. ¿Sabag quería tatuarse pensando que se iba a escapar sano y salvo? ¿Hacían inteligencia pero todavía no tenían decidido el día y llevaban encima el arma siempre? ¿Cómo puede ser que en un complot hayan usado un arma de hace 50 años y un tirador que no supo ni cómo mover la corredera? Parece difícil, pero son todas preguntas que aún buscan respuesta.
Brenda Uliarte y Revolución Federal
Para una parte de los que están en la investigación, la presencia de Brenda Uliarte en marchas y escraches violentos de Revolución Federal es un dato de máxima importancia. A esto se agrega que referentes de esa agrupación estuvieron en el edificio donde vive CFK, en el departamento de la vecina de arriba. La visita fue registrada por ellos mismos, que publicaron las fotos, pero se analiza si todo podría ser parte de la maniobra. Revolución Federal atacó la Casa Rosada con antorchas -ahí estuvo Uliarte-, agredió a Massa, estuvo cuando llevaron una guillotina a Plaza de Mayo y uno de sus referentes tuiteó: “Aún no conseguimos el héroe que se anime”. En otro tuit, se habla de “corchazos a estos parásitos”, justo el término usado por Carrizo en uno de sus mensajes.
Hubo escraches contra el Instituto Patria, contra Pablo Echarri, contra Massa, contra diputados del oficialismo y la oposición. Todos agresivos, amenazantes. Ante el avance de la investigación, Revolución Federal salió a despegarse del magnicidio. Hoy por hoy, son parte de una hipótesis que se trabaja en Comodoro Py.
Imágenes y audio
Gran parte de la investigación se centra ahora en las imágenes y en los celulares. Como anticipó Página/12 el martes, el de Brenda Uliarte tiene una carpeta encriptada y eso logró destrabarse en la mañana del viernes. En las últimas horas se estaba bajando todo el contenido.
La Dajudeco -un organismo que depende de la Corte Suprema- venía analizando el material entregado por las proveedoras de los servicios de telefonía celular: llamadas entrantes y salientes y geolocalización, para determinar dónde estaba cada integrante del grupo en los momentos clave. El informe elaborado tiene 120 páginas y concluye que los teléfonos de Sabag, Uliarte y Carrizo confluyeron en Juncal y Uruguay el día del ataque a la vicepresidenta.
En paralelo, también la PSA entregó ocho CD con imágenes de todo el grupo. En el juzgado y en la fiscalía afirman que en ese trabajo se verifican algunas de las pistas y que no se confirman otras.
Sostienen en Comodoro Py que no van a tomar ninguna decisión hasta que no analicen todo el material, pero no faltan los que opinan que se le está dando demasiado tiempo al grupo y a los que podrían haber instigado la tentativa de matar a Cristina Kirchner.
Nota Pagina 12- Raul Kollmann - Irina Hauser