Las entrañas de la realidad

  • Publicado el 20/12/2024

El sacerdote, en la Antigüedad, cortaba a un animal en un acto sacrificial —explica Alejandro Fantino, con aura de predicador—. Estaba todo el pueblo mirándolo. Miraba las entrañas y decía: “habrá tormentas y el Éufrates se desbordará”. Nosotros los periodistas, desde hace 120 años más o menos, cuando las democracias se establecieron en el mundo occidental, somos el sacerdote que corta las entrañas de la realidad.

Jony Viale da a entender que él también es graduado universitario.

—“Lo dice la tele” —explica, irónico, haciendo una imitación del espectador promedio durante 120 años.

Más adelante, Guada Vázquez informa que ella es licenciada en Ciencias Políticas. Trepidante, la cortina musical anticipa la inminencia de una revelación.

—Vino este tipo y nos pateó el culo —dice Fantino, en referencia al Presidente—. Yo creo que la gente nos odia. 

Mira a izquierda y derecha, como si temiera un insulto desde atrás de algún decorado.

—Perdón que sea tan brutal en TN —baja la voz, comparte un secreto—. No nos quieren mucho.

Viale reacciona rápido, sin sorpresa.

—Yo no tengo ningún problema con eso, no le tengo miedo —se frota las manos, desafiante—. Es odio, porque se dan cuenta de que hay operadores, sobres y todo eso.

Vázquez asiente, circunspecta. Nico Wiñazki rompe el silencio:

—No se puede generalizar —advierte.

Intentan cambiar de tema, pero Fantino insiste:

—Yo creo que el encono es porque durante mucho tiempo fuimos los dueños de la única palabra. El editorial escrito ahí, y el tipo que desayuna con bronce y se para en la tele. 

Viale discrepa: el problema son los periodistas corruptos.

—Es por lo que te dije antes —insiste, nervioso—. El periodista que juega por plata, el operador, lamentablemente existen. 

—Hubo un abuso de esas operaciones —interviene Vázquez—, de editorializar permanentemente. Sin información, sólo opinión. 

Luego opina que la sociedad debe reconocer el trabajo de los periodistas de investigación, y asegura que ella forma parte de ese gremio.

 Fantino, ecuánime, acepta la objeción.

—Yo hablo del periodista dueño de la palabra —dice—, son dos o tres en cada medio. 

Todos repudian a los ensobrados y a las operaciones de prensa. Son cosas que suceden en otras señales de noticias o, a lo sumo, en otros programas de los que no participa ninguno de los presentes. No hay señales visibles de cinismo, miradas de soslayo ni sonrisas con complicidad. La atmósfera en el estudio se enrarece. Una inquietud atraviesa la pantalla y llega hasta la audiencia: si ellos tienen razón, entonces la ficción somos nosotros. 

Zócalo: La relación de Milei con el periodismo

Pasan un fragmento de la entrevista realizada al Presidente en la Misa del Gordo Dan. Milei habla de sus cinco perros desde lo que parece el trono de un emperador romano:

—Desafortunadamente, yo no tengo la grandeza espiritual de ellos —gruñe, se le erizan los pelos—. Yo no olvido ni perdono. Yo sé todo lo que me hicieron. Todos. Yo te puedo decir “tábula rasa” en política porque entiendo la lógica de la mierda que se mueve cuando pasan esas cosas, el quilombo de los que te llenan el marote… entiendo todo. Pero estos operadores sucios, no. Mentirosos seriales, no. 

—¿Bancás al brazo armado de La Libertad Avanza? —interroga Viale cuando finaliza el video.

Fantino hace un bache de cuatro o cinco segundos. 

—¿Si lo banco? No me gusta responder con sí o no —contesta, elusivo—. “¿Le sigue pegando a su madre? ¿Sí o no?”.

Viale sonríe, irónico, tal vez nervioso.

—Es una pregunta tramposa —concede.

Fantino asegura que el Gordo Dan representa una nueva forma de conexión con la gente. 

—Tiene otra forma de entender y mirar la realidad. Es tan válido como lo que hacemos nosotros, los tradicionales —concluye, insistente. 

La imagen se vuelve oblicua, como en un espejo que estira las figuras hacia arriba y hacia los costados. Todo es tan relativo que cualquier embrujo es posible. Fantino despeja las tinieblas:

—Yo lo llamo “ley de graverdad” —dice.

El popular conductor explica su teoría del mundo dislocado. 

—Cuando Newton propone la ley de gravedad, el mundo empezó a tener más certidumbre porque a partir de eso se empezó a pensar con el método inductivo, que es el método de las ciencias: “todos los cisnes son blancos porque todos los que vi son blancos, hasta que aparece uno negro”.

—Sí.

—En este caso creo que los smartphones, las plataformas, las redes sociales. Ahora Guada sale, tuitea algo y rompe la noche —se entusiasma—. Tiene más poder que cualquier canal.

El argumento finaliza de manera abrupta:

—No hay verdades —tartamudea— y hay una ley de la gravedad que nos caleidoscopiza el mundo. 

Vázquez reflexiona sobre el uso de la inteligencia artificial, y asegura que Mario Pergolini dijo que el consumo en redes sociales está segmentado por edades, y los más jóvenes creen en las noticias que ven en las redes.

—Eso es peligroso porque no todo lo que se viraliza es cierto —informa.

El consenso es, otra vez, unánime.

—Fijate el significante que usaste —señala Fantino—. “Creen” en las noticias. Las noticias son una cuestión de fe.

Quizás por efecto del maquillaje y la iluminación, su cara se vuelve borrosa, se deshace.

24 horas más tarde

Un hecho concreto irrumpe en TN: se estrelló un avión en San Fernando. La realidad, en forma de accidente aéreo, es trágica. El tema es objeto de conversación durante el pase entre Viale y los conductores de A dos voces. 

—El piloto y el copiloto sobrevivieron a la caída —informan—, pero murieron en la cabina a causa de la asfixia con monóxido de carbono. 

La cortina musical es tensa. 

Los tres coinciden en que sus fuentes manifestaron una buena relación entre los pilotos fallecidos y la familia Brito, propietaria de la aeronave. Viale asegura que el hecho abre un interrogante acerca de la rápida actuación de las fuerzas del Estado. ¿Estaban los bomberos provistos de las herramientas adecuadas como para romper el fuselaje y rescatarlos a tiempo? 

—Lo más claro es que fue un accidente —lamenta.

—Su partida de San Fernando fue normal —asegura Marcelo Bonelli—. Y la partida de Punta del Este también. Algo pasó.

—Un error técnico o un error humano —insiste Viale.

—Hoy hablábamos con pilotos, con gente experimentada en aeropuertos internacionales —gesticula Bonelli—. Ahí donde está la parte de césped ponen otro tipo de cosas que traban los aviones y siguen de largo. 

Viale coincide, alarmado por el mal estado de la pista de aterrizaje y la falta de planificación. 

—Había doscientos metros entre la casa y el aeródromo —dice—. Siguió de largo y se comió una casa.

Sin expresar indignación ni críticas a nadie en particular, se discute acerca del correcto mantenimiento de los aeropuertos. En imágenes, el humo negro invade todo. Una bola de fuego atraviesa la pantalla.

Nota elDiarioAR- Por Sebastián Robles