¿De qué hablamos cuando hablamos de la "Brecha Salarial"?-Por Karen Banega
- Publicado el 25/07/2024
Muchas veces escuchamos hablar acerca de la brecha salarial entre hombres y mujeres como argumento de desigualdad, pero no siempre queda claro cómo se explica, o a qué se deben estas diferencias entre unos y otros, y por qué determinadas situaciones generan diferentes impactos en el desarrollo de la carrera profesional-laboral en cada caso.
En el 2023, Claudia Goldin recibió el Premio Nobel de Economía por sus investigaciones, las cuales arrojan luz sobre las razones detrás de las persistentes brechas de género en los mercados laborales globales. Estudios de organizaciones como ONU Mujeres, la OIT y datos de encuestas como la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC, confirman con resultados concretos la existencia de esta brecha y sus causas.
Para explicar la brecha salarial nos vamos a centrar en cuales son algunos de los puntos principales que nos marcan esta diferencia.
Para comenzar la maternidad o la responsabilidad de tener personas a cargo, se presenta como una limitante a la hora de ser seleccionada para un empleo o de acceder a oportunidades de crecimiento laboral-profesional. Goldin documentó que, enfrentados al enorme desafío de la paternidad, son las mujeres las que ajustan sus roles en el mercado laboral para sostener la crianza de los hijos. La maternidad implica un quiebre en las trayectorias laborales de las mujeres y abre una brecha entre géneros que no vuelve a cerrarse. También mostró cómo las normas sociales y la penalidad salarial al trabajo flexible son claves para entender las brechas actuales. Su argumento es que los trabajos bien remunerados son muy poco flexibles y por lo tanto difíciles de conciliar con el cuidado de los hijos.
Otro factor que influye y viene acompañado del mencionado anteriormente, es la necesidad que tienen algunas mujeres de realizar trabajos con jornadas parciales o reducidas. En muchas ocasiones, esta reducción horaria se debe a la necesidad de tener que complementar la jornada laboral con las tareas no remuneradas que demanda el hogar y el cuidado de personas a cargo. Estos trabajos de jornadas reducidas presentan salarios peor remunerados que si realizaran jornadas completas. Esta situación se presenta con porcentajes mucho menor en los hombres.
Por otro lado, la división social y sexual del trabajo define ciertas tareas y responsabilidades como propias de cada género, las valoriza de manera diferente y esto se traduce en una distribución desigual de poder y autonomía entre hombres y mujeres. Ejemplos como el trabajo en el servicio doméstico, trabajos de cuidado, comercio, la gastronomía, la industria de la confección, son sectores que demandan sobre todo mano de obra femenina y mayormente corresponden a trabajos no registrados, posicionando a mujeres en un lugar de inferioridad laboral, con trabajos mal pagos, en relación a puestos de trabajos u oficios en ciertos rubros de la industria productiva, de la construcción y del transporte, pensado socialmente para varones, con mejores salarios.
Otra tendencia más actual que va marcando una diferencia entre unos y otros, es el desarrollo de carrera profesionales vinculadas a la ciencia y tecnología, estas se presentan como una de las mejores posibilidades de empleo en relación al salario y a la proyección de crecimiento profesional a futuro. Según informes realizados por ONU Mujeres, en la que analizaron la participación de las mujeres en el ámbito universitario en carreras de ciencia y tecnología, si bien los estudios universitarios en estas ramas están en expansión de matrícula en los últimos años en carreras de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (CTIM) sucede que no solo no están creciendo en matrícula femenina, sino que, dependiendo de las áreas, hay menos mujeres interesadas. En Argentina, las mujeres representan solo el 34% del estudiantado de disciplinas CTIM y el 17% de programación.
Por último, otro factor a mencionar que impacta en el ámbito laboral, es que, al momento de realizar las negociaciones contractuales de un empleo, las mujeres tienden a negociar menos su salario y beneficios, aceptando con más facilidad lo que les ofrece. A su vez, son menos las mujeres que presentan una propensión a cambiar de trabajo por razones salariales.
A modo de conclusión, en términos generales las mujeres ocupan puestos con menor remuneración, más informales y con menor proyección a futuro que los hombres. A las mujeres se les impone un umbral que determina escasas perspectivas de ascenso y un desarrollo de la carrera profesional mucho más limitado, más conocidos con expresiones como “piso pegajoso” y “techo de cristal”.
El desafío para reducir la brecha salarial existente entre hombres y mujeres, es promover acciones que concienticen a la sociedad en general, sobre la importancia de compartir las tareas que demanda el cuidado de personas a cargo, como así la distribución de las tareas que implica el mantenimiento de un hogar, y que estas no recaigan mayormente sobre los hombros de las mujeres. Romper con los prejuicios de trabajos y profesiones asignadas socialmente según seas hombre o mujer, puede generar una amplitud de oportunidades, más libertad a la hora elegir opciones de desarrollo laboral-profesional, y aspirar a una sociedad más equitativa en el ámbito laboral y con mejores proyecciones a futuro.
Por Karen Banega -Fundación Ciudad Abierta