Melatini es rock: la vigencia de un personaje único
- Por Juan Francisco Vilches -
- juanfravilches@gmail.com --
- Publicado el 20/02/2019
La figura de Alejandro “Pancho” Melatini, a tres décadas de su muerte, sigue siendo recordada con cariño y admiración por los juninenses. Muchos jóvenes que no lo conocieron lo quieren y respetan por las historias de padres y abuelos, en una especie de ósmosis de cariño, sentimiento que es reforzado por las fotos de las páginas de recuerdos de Facebook. Una peña de hinchas de su amado club Sarmiento lleva su nombre. La revista de culto Vermú -a la cual pertenece la foto que ilustra esta nota- lo tuvo en una de sus portadas. La agrupación de izquierda Frente Socialista y Popular utilizó su figura en su lanzamiento para las PASO de 2017, con un militante disfrazado de Pancho caminando por el centro de la ciudad. Y hasta una banda de rock llevó su nombre.
Esto último no es causal: con su figura flaca, su larga barba blanca, sus ropas estrafalarias, su cencerro, su vida despojada y su militancia socialista, Melatini es rock.
Quién fue
Alejandro Melatini nació en Junín en enero de 1906, hijo de inmigrantes polacos. Cuando tenía 12 años, murió su padre y debió salir a trabajar para ayudar a mantener a una familia numerosa. Fue canillita, lustrabotas, vendió billetes de lotería, siempre ambulante. Hasta que enfermó de anemia y fue enviado al campo. Cuando volvió, ya no fue el mismo. La pesca comenzó a ser su modo de subsistencia y se dejó la barba y pelo largo. “La gente ha creado en torno a mí una especie de leyenda. Nunca dije que me dejaba la barba y el pelo larga hasta que ganaran los socialistas una elección. Eso es mentira”, le dijo alguna vez a Semanario.
Con los años se fue acentuando su excentricidad y su misticismo. Vivió sus últimos años en una camioneta estanciera, trabajando como hombre sándwich para la venta publicitaria callejera, convirtiéndose en Ali Kahan mago de ferias. Se vestía y hablaba como un profeta. Murió pescando en las cercanías de Laplacette, a los 82 años, en noviembre de 1988.
Inolvidable
Leonardo Ridolfi es sobrino de Melatini y atesora recuerdos de la infancia junto a su tío: “Me acuerdo cuando festejamos su cumpleaños 80. O cuando venía a darnos entradas para el Cine San Carlos. Imposible no recordar su mameluco y su campana gigante cuando jugaba su querido Sarmiento, estabas a varias cuadras y la escuchabas”. Leonardo destaca su tío que “era muy sensible. Estaba atado a Junín por un montón de sentimientos genuinos, amaba a la ciudad”.
El guitarrista y compositor de Melattini (sí, con dos “t”), Sebastián Clavera, cuenta por qué esta banda de los años 90’ de Junín se llamó así: “La idea fue del cantante Gastón Rojo. Al poner ese nombre, se le ocurrió disfrazarse en vivo y acentuar el costado histórico que ya teníamos”. Y recuerda: “En su momento llegué a entrevistar al hermano en su casa y a gente de la Casa del Pueblo que lo conocían por su ideología socialista. Me fui enterando de cosas muy interesantes, que lo muestran más que como un personaje pintoresco, era una intelectual”, dice el músico, y concluye: “Es un gran honor para mí haber tocado y compuesto temas para una gran banda con increíbles músicos y amigos que llevara su nombre”.
El multifacético Ricardo Petraglia, reconocido odontólogo, político y cantautor de la ciudad, quien le dedicó la canción ‘Pancho de la ciudad’, dice que conoce a Melatini desde que tiene recuerdos: “Su figura siempre llamó la atención y su actitud desprejuiciada, pero respetuosa, tenía una impronta de libertad. En mi adultez tuve oportunidad de conocerlo más, charlar con él y saber de su bonhomía y mansedumbre”.
Ricardo sigue recordando: “Era un defensor de los débiles, incondicional de sus amigos y con convicciones. En una visita de Frondizi a Junín - ya había sido Presidente de la Nación- nos sorprendió cuando preguntó por su amigo Pancho Melatini, quien lo fue a saludar. Tenía esa mezcla entre loco y mago, Cristo hippie y Papá Noel, poeta y santón, que hace que quienes lo conocimos no podamos dejar de caer en sus fantasías y mucho menos, olvidarlo”, finaliza Petraglia.
Melatini no ha sido reconocido aún de la manera que se merece por las diferentes gestiones municipales. ¿Por qué no se podría poner, a la manera de Capital Federal, una estatua de Pancho en la Sáenz Peña que tanto caminó? Más allá del poco aprecio oficial, el homenaje lo hace el pueblo, atesorándolo en su memoria colectiva: si decimos Melatini los juninenses sabemos de quién estamos hablando.
Fue un personaje de muchas caras, que a la vez, eran una sola: la de un hombre querible e inolvidable.