"Las cuenteras de la esquina": al leer podemos comprender un poco mejor al mundo
- Publicado el 19/03/2019
"El Club de Narradores" nació en 2004 en la Escuela de Educación Estética. En primer lugar, se pensó en un taller de extensión para adultos que a su vez permitiera multiplicar los acercamientos a la lectura, el libro y la literatura. Porque cuando se escuchan buenos cuentos y están bien contados, muchas veces surge la necesidad de ir a buscar más historias de ese autor o de ese tema, en los libros.
“Comenzamos con un taller inicial, para el que convocamos a una narradora profesional, María Héguiz. La elegimos especialmente como nuestra referente, ya que tiene un extenso trabajo en narración oral en la comunidad. Además es una artista y maestra extraordinaria. Se convocó al público, le dimos continuidad al taller y así nació el grupo”, cuenta Estela Centeno, en diálogo con Agenda 365.
Y agrega que “después llegaría el nombre: Las cuenteras de la esquina, porque en ese momento éramos todas mujeres. Pero la narración no es una actividad privativa de las mujeres y muchas veces se han sumado varones a nuestro grupo”.
Así nacen “Las cuenteras de la esquina”, un grupo coordinado por Mariel Leonardelli y Estela Centeno. Las dos profesoras de Literatura, que trabajan en distintos ámbitos y también en los talleres de Iniciación Literaria de Estética. En este momento en el grupo hay aproximadamente catorce narradoras, que se fueron sumando a lo largo de estos quince años. Cada una viene de experiencias y profesiones diferentes, desde la administración, comercio, deporte, educación, hasta la medicina. Porque para contar historias solo hace falta que te guste la literatura y tengas ganas de compartir ese gusto.
-¿Cómo podemos hacer para sumarnos?
Cualquiera puede sumarse acercándose al taller, que se reúne los días miércoles de 17 a 19 en la Escuela de Educación Estética, Lavalle y Francia.
En ese espacio se trabajan las técnicas de la narración: la voz, el gesto, el cuerpo. También se trabaja sobre el material literario. Si bien cada narrador o narradora elige su propio repertorio (según a que público le quiere narrar), analizamos la obra de algunos autores para reconocer la estructura y la calidad estética de los textos.
En estos encuentros también organizamos nuestras visitas a escuelas, proyectos, presentaciones. Por ejemplo el 20 de marzo es el día mundial de Narración Oral. Entonces estaremos en la puerta del MUMA, en la calle Sáenz Peña, contando historias al público que se acerque. Casi serán “cuentos a la carta”.
Ahora mismo, también estamos ofreciendo un taller intensivo para quienes quieren empezar a narrar. Serán tres sábados por la mañana. Pueden consultar en nuestra página de Facebook Las cuenteras de la esquina. Empieza el 23 de marzo, así que están a tiempo para inscribirse.
-¿Qué tipo de cuentos leen?
-Nosotras, en nuestras presentaciones, narramos oralmente es decir que contamos historias sin leerlas, sin soporte de papel. Lo hacemos en los distintos espacios que nos convocan: jardines, escuelas de todas las modalidades y niveles, bibliotecas, geriátricos, Unidad penitenciaria, Ferias del libro… Por lo tanto contamos para públicos muy diversos.
Entonces leemos todo tipo de cuentos hasta encontrar aquel que nos gusta, nos conmueve, nos parece tan bello, significativo e inquietante que necesitamos compartirlo con otros. Según el cuento y el narrador, puede ser para los más chiquitos, de humor, para los más grandes, de suspenso, plantear problemas amorosos, de género, de identidad… y un largo etcétera.
La lectura es una actividad muy importante para los narradores, porque de ella nos nutrimos, y así formamos nuestro repertorio.
-¿Es la literatura una herramienta de transformación?
-La literatura (como las otras artes) es un modo de representación del mundo. Una representación que indaga sobre la realidad, no es solo un espejo. Se ha dicho la literatura es una mentira que cuenta una verdad. Por ejemplo, los odos (esos entrañables personajes creados por Graciela Montes) no existen, pero sí el miedo a lo desconocido , la solidaridad y el valor interior necesarios para vencerlo.
En la literatura podemos encontrar toda la complejidad del mundo, a través de un lenguaje que es artístico, poético: no es directo sino simbólico y por lo tanto, mucho más rico y sugerente. Por eso al leer podemos comprender un poco mejor el mundo, ponernos en el lugar del otro, imaginar otras formas de ser y estar en la vida, otros mundos posibles. Esta es una transformación que sucede en el corazón de los lectores. Y de quienes escuchan historias, claro.
¿Qué experiencias nos pueden contar?
Ah, en quince años, las experiencias son muchísimas. Compartimos algunas anécdotas, cosas que nos pasaron y que recordamos.
Un grupo de cuenteras narró en una escuela de la ciudad. A esa escuela asistía la nieta de una de ellas. Sus compañeros le preguntaron:
-¿Porqué está tu abuela acá?
Y la nena, orgullosa, respondió:
-Porque mi abuela es artista.
Ese día, antes de irse, las cuenteras tuvieron que formar autógrafos a todos los chicos que las escucharon. Porque eran las artistas que actuaron para ellos.
Después de haberla escuchado contar en la Feria del libro en contextos de encierro, un interno de la Unidad Penitenciaria Nº 49 se acercó a la narradora, muy emocionado, con los ojos húmedos, y le pidió permiso para darle un beso. Y fue un momento conmovedor para los dos. Allí, en un lugar de condena, un cuento hecho voz tocó la sensibilidad de quienes que escuchaban.
Una cuentera que siempre había narrado para adultos, finalmente se presentó ante niños pequeños, con mucha inquietud, porque ya se sabe que son el público más difícil. Contó y cuando se estaban yendo, sintió que alguien le tiraba de la ropa desde abajo. Era un chiquito que le dijo: -Me gustó tu cuento. Sintió que su debut había sido perfecto.
Otra vez, las narradoras contaron para chicos muy chiquitos en una colonia de vacaciones. Para presentar los cuentos, imaginariamente se preparó un fuego y todos se sentaron a escuchar. Los chicos habían entrado tan completamente en la ficción, tanto que cuando una de las narradoras estaba caminando mientras contaba, le advirtieron:
-¡Cuidado que allí está el fuego! ¡No lo vayas a pisar!
¿Hasta dónde piensan llegar con los cuentos?
La narración oral es una tradición que viene del fondo de los tiempos. Entonces era importante reunirse, verse a los ojos, escuchar y ser escuchado. Conjurar los peligros que quedaban afuera del círculo alumbrado por el fuego. Ese círculo de cuentos es el lugar donde se fortaleció la condición humana.
Esperamos llegar a formar parte de una comunidad que se reúne a escuchar historias que hablan de lo más lejano y de lo más cercano. Del mundo y de su propia humanidad.
Nos gustaría que más gente conozca y disfrute de la narración oral. Que haya más público en lugares como teatros, confiterías con ganas de disfrutarla.
También aspiramos a crecer como grupo, con más cuenteros y cuenteras para llevar adelante nuevos proyectos. A seguir formándonos, en talleres y en encuentros con otros narradores.
Este año, celebrando nuestros quince, vamos a estar contando en bares y bibliotecas, vamos a recibir narradores invitados. Esperamos que sea una oportunidad de tener muchos encuentros para disfrutar de las buenas historias, que este año sea una fiesta de la narración oral en Junín.
-¿Cuál es la devolución que les hacen cuando llegan a lugares que tal vez la literatura nunca llegó?
-En general, cuando llegamos hay una celebración del encuentro. En las escuelas nos esperan. Después nos divertimos y emocionamos con los cuentos y con los comentarios. Así que estamos mutuamente agradecidos por la oportunidad de vernos y escucharnos.
Sin embargo, lo más emocionante es cuando alguien te despide diciendo: “Fue como estar allí”, “Por un rato me fui de acá”, “¿Eso te pasó de verdad?”