El macrismo residual le declara la guerra a Milei, mientras el PRO que responde a Ritondo apura un acuerdo
- Publicado el 06/06/2025
La tensión interna dentro del PRO llegó a su punto de ebullición. La abstención de un conjunto de diputadas amarillas en la votación por el aumento a las jubilaciones fue un cachetazo al Gobierno, que se siente más cómodo sentándose a tomar un café con Cristian Ritondo que intercambiando mensajes de Whatsapp con Mauricio Macri. Pero el macrismo residual le marca la cancha a Ritondo allí donde Macri no lo hace, y en el ritondismo comienza a ganar terreno la idea de que no habrá lugar para todos en el Arca de Milei.
Los primeros en establecer los límites del juego fueron, sin embargo, los libertarios. “Para Jorge y Lospennato no hay tábula rasa”, le advirtieron a Ritondo, poco después del frenesí por la victoria de Manuel Adorni en CABA. Las conversaciones con el jefe de la bancada del PRO nunca se detuvieron, ni siquiera durante los momentos más sanguinarios de la campaña porteña. Santiago Caputo quiere al PRO adentro en la elección bonaerense, pero no a todo el PRO. Quiere a los jefes territoriales, como Guillermo Montenegro o Alejandro Finocchiaro, a los que miden, como Diego Santilli, a los pueden sumar millas en el tramo final, como los intendentes. Pero no a todos.
El ritondismo lo sabe y hace equilibrio. Tiene a su favor el visto bueno del jefe, al que quieren jubilar, pero con delicadeza. Y después de que los apoderados firmen las listas del frente electoral con LLA en PBA: no vaya a ser que haya sorpresas. “Cristian, vos hacé lo que tengas que hacer”, le dijo Macri a Ritondo la noche de la derrota porteña, y el diputado avanzó.
Las reuniones con Caputo, Sebastián Pareja y Manuel Vidal, del equipo del asesor estrella, se multiplicaron. Ritondo fue con nombres para la mitad de los lugares de la lista, pero el Gobierno lo frenó en seco: había lugar para un cuarto. Y nada de macristas. Quedaron en seguir conversando, pero en el ritondismo predomina una flexibilidad excesiva que se asemeja, por momentos, a la resignación.
“Hacemos lo que podemos”, suspira un dirigente bonaerense para quien el PRO es cosa del pasado. El partido está en descomposición, insiste, y es tiempo de que quienes lo integran se posicionen frente a la nueva grieta. Que ya no es más kirchnerismo o anti kirchnerismo, sino Milei o anti Milei. Un planteo que, con más desdén, vienen sosteniendo los bullrichistas hace dos años, y que ahora repiten varios en las filas del PRO.
“Ya no estamos peleando para que el PRO siga con vida”, admite un referente del PRO del conurbano, que trabaja para construir, al igual que LLA, dos polos: uno de centro derecha y otro de centro izquierda. Y sospecha, como varios en el PRO, que algunos macristas quedarán en la otra orilla.
La resistencia macrista
Silvia Lopennato, que se llevó la marca de la derrota porteña, es la principal exponente, pero no es la única. En el PRO quedan varias figuras nacionales alineadas con el ex presidente que se muestran más ariscos a cerrar un acuerdo con Javier Milei. Es Jorge Macri, pero también María Eugenia Vidal, Laura Alonso, la tropa porteña y la intendenta de Vicente López, Soledad Martínez.
Es también el intendente de San Nicolás, Santiago Passaglia, que pateó el tablero bonaerense cuando anunció que estaba en contra de cerrar una alianza con LLA. “No es un acuerdo, es un sometimiento. Es una estafa electoral porque que algunos dirigentes se junten a repartirse cargos no vamos a ser parte de eso”, afirmó, públicamente, el jueves.
“Nadie va a entregar las llaves del comité acá. Nosotros somos un partido de 25 años, acá no hay dos personas que toman decisiones en un escritorio. Solo en LLA puede pasar que una persona, como Karina Milei, tome decisiones en nombre de todo el partido”, masculla, irritada, una dirigenta que se resiste ante la premisa de la inevitabilidad de la fusión con LLA que circula con fuerza en las filas del PRO.
Este ala del PRO, minoritaria, insiste en que Macri le dio mandato a Ritondo para negociar en nombre del partido para cerrar un acuerdo que fuera bueno para las filas amarillas. “Esas son las únicas condiciones de la negociación. La mayoría del partido no quiere una fusión con LLA. Es el consejo el que tiene que tomar la decisión, y es el consejo que votó para que Mauricio fuera su presidente, no Patricia Bullrich”, provocan desde la resistencia PRO que quedó herida tras la derrota en CABA y el desplante de Milei a Jorge Macri, y busca venganza.
La votación en Diputados el miércoles fue una demostración de fuerza. Ritondo intentó unificar al bloque para que todos y todas rechazaran los proyectos propuestos por la oposición, pero no pudo. Cuando llegó el momento de votar el aumento a los jubilados, hubo un grupo que se abstuvo y expuso, por primera vez, la profunda grieta interna que hay en el bloque amarillo.
Fueron, en total, 9 abstenciones: Lospennato, Vidal, el casi candidato a ministro de Economía de Patricia Bullrich, Luciano Laspina, la santafesina Germana Figueroa Casas, la bonaerense María Sotolano -del riñón de Vidal-, la chubutense Ana Clara Romero, la bonaerense Gabriela Besana y la correntina Sofía Brambilla. Con un gesto, las diputadas exponían que había 9 votos –10 si se cuenta a Álvaro González, que se ausentó– que ya no respondían automáticamente a Javier Milei.
“Quieren ser progres pero sin pagar el costo de ser progres. Están incómodas y se ponen a interpretar a Mauricio como quieren, cuando él banca el acuerdo”, explica, intentando bajarles el precio, un dirigente que participa de las negociaciones con Casa Rosada. “No tenemos que ir todos juntos al mismo espacio, podemos ser amigos igual”, insiste.
El macrismo residual, sin embargo, no cede. Manifestó su (débil) resistencia el miércoles, y ahora pretende hacer lo mismo en las futuras sesiones. Por la noche, cuando el Gobierno daba a conocer su ley de Principio de Inocencia Fiscal, en las filas rebeldes del PRO sacaban pecho y murmuraban: “Vamos a leerlo a ver si estamos de acuerdo o no. Las cosas con las que estemos en contra las votaremos en contra”.
Era un bluff, lo sabían. No había mucho espacio para no acompañar el proyecto con el que Milei buscaba blindar a los evasores para conseguir dólares. Pero era un mensaje que iba más allá, hacia el futuro veto de Milei a los proyectos de las jubilaciones. “Ya no tienen 87 héroes”, sentenció una diputada.
Nota elDiarioAR