El helicóptero y la renuncia: mitos sobre la renuncia de Fernando De la Rúa en 2001

  • Publicado el 19/12/2021

El helicóptero presidencial surgiendo detrás de la Casa Rosada es posiblemente la imagen que inmortalizó la crisis de 2001. La salida de Fernando De la Rúa entraña mitos y verdades. Muchos creen que De la Rúa renunció en la tarde del 20 de diciembre y que subió a un helicóptero que lo esperaba apoyado en el techo de Gobierno. No fue así.

Abandonado a su suerte por la UCR, jaqueado por las tribus del peronismo que merodeaban el poder y desprestigiado ante los ojos de los argentinos que apenas dos años atrás lo habían ungido presidente, Fernando De la Rúa atravesó sus últimas horas de poder negociando un pacto de cogobierno a instancias del expresidente español Felipe González.

Entonces el whatsapp no existía y las comunicaciones eran telefónicas. Con Hernán Lombardi, que desde el Congreso intentaba tender puentes con oficialistas y opositores. Con su círculo más íntimo de asesores, que le contaban lo que iba ocurriendo en los alrededores de la Casa Rosada y en todas las plazas del país. Las cacerolas, que se habían puesto de moda, junto al cantito que reclamaba “que se vayan todos”.

Así supo Fernando De la Rúa cómo llegaron los primeros manifestantes en la tarde del 20. Una pareja frenó su fíat uno en la luz roja del semáforo peatonal que había en Balcarce y bajó del auto insultando a Cavallo. A su lado se detuvo un colectivo de línea, con gente común, que tuvo la misma actitud. “Un pibe en bermudas, una mujer tocando bocina. A la media hora la plaza estallaba. Fue todo espontáneo”, relató un testigo de aquellas horas, que vio todo desde su despacho de Balcarce 24.
Muchos caracterizan al expresidente Fernando De la Rúa como un hombre ausente. Como si su cabeza no estuviera atada al cuerpo. “Estaba confundido y medicado”, llegó a declarar Eduardo Duhalde muchos años después. Ese relato sobre la salud del entonces presidente es coherente con la impresión que dieron sus últimas apariciones televisivas, especialmente aquella, tan comentada, junto a Marcelo Tinelli.

Los que lo trataron en esas últimas horas como Presidente aseguran que lo vieron angustiado, preocupado, pero de ninguna manera “ausente ni desconectado”. “El hombre era abogado recibido con medalla de oro. Se preparó toda la vida para llegar a donde llegó. La economía se lo llevó puesto, el peronismo estaba con el cuchillo y el tenedor”, lanza un colaborador estrecho de aquellos días. “No estaba ausente para nada. Tenía gente que le informaba lo que pasaba en todos los ámbitos. Estaba muy angustiado, pero sereno”, ratifica otro.

Además del relato de sus colaboradores, De la Rúa seguía los hechos de la Plaza por televisión. Cuando vio que la cosa no marchaba decidió renunciar.

“Había pedido el pacto, el cogobierno, pero el peronismo y sobre todo la UCR dijeron que no había nada que hacer”, cuenta un testigo de aquellas horas dramáticas. El único hombre dispuesto a salvar la institucionalidad argentina era, paradójicamente, un español: el expresidente Felipe González, que viajaba al país, convocado como “garante” del acuerdo político que nunca se firmó.

Convencido de que realmente no quedaba nada por hacer, De la Rúa decidió dejar el poder. Quiso quedarse solo en el despacho e hizo llamar al Secretario de Legal y Técnica, Ernesto Marcer. Pidió una lapicera al Director General de Acción Política, Eduardo Aparicio, y redactó de puño y letra su renuncia. El fotógrafo de presidencia, Victor Bugge inmortalizó el momento, junto con varios otros.

Los medios se enteraron de la novedad y la comunicaron. En la Plaza de Mayo la tensión comenzó a disminuir.

En sus últimos minutos dentro del palacio, De la Rúa se despidió de la presidencia y del staff. “Muchos sentían la angustia de tener a sus familiares en la calle, pero en todo momento honraron su deber de asistir y acompañar al Presidente”, relatan los testigos de los últimos momentos como Presidente.

El debate final

La salida de Fernando De la Rúa de la Casa Rosada era en sí mismo un tema de Estado. En el medio del caos se produjo un debate: ¿debía el Presidente movilizarse en automóvil hasta el helipuerto o había que buscar una opción más segura? Ganaron los que plantearon una salida desde los techos mismos de Gobierno.

La Casa Militar no podía garantizar su seguridad. “No era como ahora, la seguridad de Casa Rosada no existía. Había un enrejado muy débil y los Granaderos estaban escondidos en el segundo subsuelo”, dice un hombre que ese día opinó en contra de salir desde el techo.

Ese helicóptero, contrariamente a lo que muchos creen, nunca tocó el Palacio de Gobierno. “Nunca se apoyó sobre el techo, no daban los cimientos. La Casa no tenía mantenimiento, era imposible que aterrice semejante bicho”, corrige una fuente consultada por este portal. De la Rúa subió a la nave suspendida en el aire.

El 21 de Diciembre, De la Rúa era todavía presidente porque la Asamblea Legislativa no había tratado aún su renuncia. Esa mañana volvió a cruzar la puerta de la Casa Rosada. Alguien debía recibir a Felipe González, que llegaba con el “golpe” consumado. Alguien tenía que levantar el Estado de Sitio que había sido decretado.

No fue la última firma que estampó: se despidió por última vez de secretarios de estado, correos internos, mozos y el resto del personal, dejando autógrafos en la foto protocolar. Esa imagen que lo muestra optimista y sereno, con la banda presidencial y un azul cielo destacando en el fondo.

Nota Eduardo Medici / Infocielo