El fin de los controles y la bomba de precios que Milei fomenta y que le condiciona el futuro

  • Publicado el 03/12/2023

La inflación de la última semana de noviembre, que mide el gobierno saliente en base a diferentes variables, se instaló en 3,1 por ciento cuando venía en una dinámica de 1 o 2 por ciento. En la misma línea, diferentes consultoras privadas, incluso de tendencias ideológicas opuestas, como el Centro Scalabrini Ortíz, FIEL y C&T, midieron un alza en el rubro alimentos que va entre el 9 y el 11 por ciento semanal en las últimas dos semanas del mes. Para diciembre, en tanto, casi todos esperan números en torno al 18 o 20 por ciento de inflación general, siempre y cuando la devaluación que opere sea no mayor al 50 por ciento. Lo que hoy se ve es una dinámica desatada sobre una inflación que ya venía corriendo a niveles peligrosos. 

El escenario, más allá de que se especula en la agenda diaria con la bomba de Leliqs, plantea una bomba de precios que tiene responsabilidades compartidas, pero una señal muy compleja hacia adelante: si el gobierno saliente trataba de pulsear con los formadores de precios -sin demasiado éxito- para contener alzas, lo que se viene con el gobierno entrante es el reinado de los remarcadores, con validación política presidencial. En síntesis, darles vía libre a los empresarios que ya traicionaron con sus manejos a los gobiernos de Alberto Fernández y hasta del propio Mauricio Macri. Una cesión del manejo del aspecto central de la política económica: la puja distributiva y precios y salarios, en un país con más de 40 por ciento de pobreza. 

El ministro Sergio Massa se va con un nivel de precios superior al 140 por ciento y sin señales de baja. Por su parte, el presidente electo, Javier Milei, no hizo otra cosa desde el balotaje que dar señales de liberalización total de precios. Esta semana, de hecho, fue más allá y aseveró que se eliminará la Secretaría de Comercio Interior "en el sentido que le dieron históricamente los gobiernos". Y agregó que no tiene por qué estar haciendo eso de regular precios, me parece una aberración eso". Milei, hábil declarante, hizo catequesis entre sus equipos y sobre periodistas afines para que salgan a argumentar que Argentina est en un esquema de precios reprimidos, de inflación contenida y de valores pisados por acuerdos ficticios. 

A decir verdad, algo de eso hay, pero el debate que se viene no es lo que hay, sino cómo se sale de ese esquema, y ahí vienen los problemas. Massa solía plantear, en privado, que era necesario un ordenamiento macro y un ajuste del gasto, pero con apalancamiento salarial y cuidado de los sectores de la producción y el trabajo. Los que lo conocen aseguran que nunca negó los desequilibrios y que, muy probablemente, de ganar, hubiese encarado una normalización del escenario de los precios. "Lo iba a hacer, a su ritmo", aseguran en su entorno. Milei, en cambio, no muestra término medio, entiende que la salida para la inflación contenida es soltarles la cuerda a los valores y que regule el mercado. 

Si el control fracasa, ¿mejor es no hacerlo?
Sin que se trate de un juicio de valor, hay que decir que el presidente electo es un teórico que conoce poco de la función pública y de los antecedentes. Incluso ignora las funciones de la Secretaría de Comercio, que no tiene como eje regular precios, sino interceder en las tensiones y regular la competencia, entre otros puntos. En el discurso libertario, igual que ocurrió con Macri, resaltar el fracaso en los controles de precios no está relacionado con una búsqueda de optimización de las herramientas, sino en una justificación para liberar variables sin importar en el impacto al consumidor. 

Por eso, sigue repitiendo Milei que el mercado se autoregula, aún cuando la evidencia lo contradice y le muestra los dientes. En Argentina, lo que ocurre en estos escenarios es que las empresas toman el mando de la dinámica de precios y remarcaciones. Datos, no especulación: apenas Milei ganó el balotaje, llegaron listas de precios a los supermercados con aumentos de entre el 35 y el 140 por ciento a aplicarse de manera inmediata. Además, según confirmaron a este diario fuentes del retail, la empresa Aceitera General Deheza, una de las más grandes del sector, acaba de romper un récord: envió listas con aumentos del 180 por ciento en toda su línea de aceites, condimentos y aderezos marca Natura. "Los muchachos", dicho en el estilo de la canciller Diana Mondino, mostraron que mandan. 

En general, eso es lo que ocurrió siempre. Otro caso: cuando Guillermo Moreno recuperó la secretaría de Comercio que había sido cerrada, creó una místca de regulación de precios -con una inflación mucho menor a la actual- en base a reuniones donde se negociaba en una mesa y anotando en una libreta. La verdad es que los precios no subían menos por eso, sino por el contexto general. De hecho, casi todas las empresas se llevaban lo que iban buscar, como pasó históricamente en el caso de las firmas lácteas Mastellone y Sancor, que ganaban la disputa en la mesa por su peso específico. Este manejo a discreción del poder económico y de las empresas que se nuclean en la Coordinadora de Productores de Alimentos (Copal), ni siquiera tiene que ver una oposición ideológica al peronismo, sino a una idea del manejo del poder, de la autoridad. Veamos otro caso. 

Traiciones y modelos
En mayo del 2018, con el dólar disparado y una inflación ya muy compleja, Macri llamó a Olivos a un grupo de empresarios para pedirles que lo ayuden a bancar públicamente el acuerdo con el Fondo Monetario y que eviten trasladar la devaluación a precios. Eduardo Elzstain, de IRSA, Alfredo Coto, Luis Betnaza (Techint), Miguel Acevedo (Aceitera General Deheza y presidente de UIA), Marcos Galperín y Amancio Oneto, de Molinos, se sentaron a esa mesa. Hubo hasta foto. Un día después del convite, esta empresa aumentó 20 por ciento los precios. Lo propio hicieron el resto de los formadores de precios. 

Milei, en pocos días, les garantizó a estos mismos empresarios el derrumbe total no sólo de Precios Justos, sino del resto de los acuerdos, como el de carnes, frutas y verduras, combustibles, tarifas, prepagas y línea blanca. Naturalmente, los pactos de precios no son una ingeniería normal y necesitan una salida normalizadora, pero para darla hay que estar más cerca de la idea de un Estado presente que de uno totalmente ausente. 

Otro ejemplo. Cristina Fernández gobernó buena parte de su gestión con las tarifas de servicios congeladas. Fue una decisión de política económica. Eso generó un impacto muy beneficioso para el bolsillo y niveles récord de consumo, pero a la vez fue muy negativo para las reservas y la energía: el país perdió millones de dólares subsidiando energía barata y, a la larga, también perdió back energético. De todos modos, ya en su gobierno se debatía la salida de ese esquema, que incluso empezó a hacerse con la segmentación. Luego vino Macri y con el Excel del ex Shell Juan José Aranguren produjo aumentos del 3000 por ciento en luz y gas. Un barquinazo que le costó el Gobierno. 

En la gestión de Alberto Fernández pasó algo parecido con las tarifas, y derivó en una interna furiosa entre el ala cristinista, que quería segmentar por zonas, y el ala del ministro Martín Guzmán, que planteaba una corrección más profunda. Esos debates y tensiones, que hoy parecen correrse porque la decisión es barrer de un golpe al rol ordenador del Estado, se dan ante la necesidad de medir el impacto social de las correcciones. Y sobre todo ante un empresariado que no estuvo, no está ni estará dispuesto a autorregularse. Más datos: los empresarios del consumo aseguran que los aumentos desmedidos de estas últimas semanas responden a que los precios en hipermercados estaban desfazados de los precios del mismo producto en los barrios. Si eso fuera así, ¿porque a la misma vez volvieron a subir los precios, también, en los comercios barriales?. Porque les dieron una señal de que no habrá ni siquiera una intermediación, más allá del éxito o fracaso de las mismas. 

Los modelos económicos en disputa son opciones válidas y la mayor parte de la población le dio un aval muy importante a Milei en las urnas. El electo no podrá decir que no tiene avisos de que está ante una bomba de precios ya cargada, que está alimentando y que será el mayor erosionador de su poder en el corto y mediano plazo. Le está dando a los ceos del consumo el poder de manejar el flanco más sensible y el que generó el rechazo al gobierno actual y el que hizo que Macri perdiera por 10 puntos. En YouTube, el líder de la Libertad Avanza puede ver el video de Federico Braun, dueño de la cadena La Anónima. En 2022, en el Congreso de la Asociación Empresaria Argentina (AEA), le preguntaron qué hace su empresa cuando hay mucha inflación: "remarcamos todos los días", aseveró, en modo bromista. Las señales de lo que viene están a la vista. 

 

Nota de Página 12-Por Leandro Renou