Con el fantasma de la proscripción pisando los talones, CFK exhibe la unidad como prueba de liderazgo
- Publicado el 07/06/2025
La guerra fría terminó. Cristina Fernández de Kirchner levantó el teléfono, convocó a Axel Kicillof y, después de seis meses de teléfono descompuesto y fuego amigo, comenzó el proceso de deshielo. Predominó la lógica de la supervivencia: con el PRO y La Libertad Avanza jugando juntos en la Provincia de Buenos Aires, romper no era una opción. Para ninguno de los dos. CFK necesita proteger el pago chico, bastión del núcleo K, y el gobernador no puede arriesgarse a sufrir una derrota brutal si pretende sostener la fantasía presidencial en 2027.
“Hay que hacer delete de todo lo que pasó y olvidarlo. Hay que tener poca memoria”, explican desde el Instituto Patria, en modo zen. Casi como si dijeran “tábula rasa”. Con un gesto, CFK definió enterrar el último año de internismo furioso con el kicillofismo por la conducción del panperonismo, y le abrió la puerta a algo que el gobernador siempre le pidió, pero que ella nunca quiso dar: una mesa para sentarse a negociar como iguales. Y si no era como iguales –como se apresuran en señalar en el cristinismo– al menos como dos líderes que representan espacios de peso en el peronismo bonaerense.
El resultado de esa conversación, que duró dos horas y se desarrolló el jueves por la noche, fue un compromiso para buscar un esquema de trabajo que permitiera firmar la unidad. El título que se eligió fue la creación de una comisión integrada por intendentes y referentes de los tres espacios –CFK, Kicillof y Sergio Massa– que funcione como comando electoral. El objetivo es establecer una mesa común que habilite vasos comunicantes entre los tres sectores de modo de poder organizar una campaña que, se preveé, será difícil y caótica.
Cada sección electoral será un mundo. En la Tercera, la más populosa, CFK tendrá la lapicera, al ser quien encabece la lista. Pero el objetivo de la mesa de trabajo es establecer un sistema de compensaciones que evite que alguno de los sectores pegue el portazo.
No será una tarea fácil, y en el kicillofismo anticipan, a modo de advertencia, que la unidad aún no está garantizada. El gobernador bonaerense, que viene de lanzar su espacio Movimiento al Futuro, se reunirá, el lunes, con los más de 40 intendentes que integran su espacio para definir qué hacer. Hay varios, como Mario Secco (Ensenada) o Fabián Cagliardi (Berisso), que amenazan con lanzar candidaturas testimoniales a modo de desafío a La Cámpora. La bronca y el resentimiento persisten entre varios de los jefes comunales y Kicillof, cuyo músculo político se sostiene gracias al apoyo de más de la mitad de los intendentes peronistas, necesita coordinar internamente antes de tomar cualquier decisión.
“Si tenes que ir corriendo a consultarle a los intendentes no sos el jefe, sos el delegado”, mascullan, irónicos, en las filas del cristinismo. En el kicillofismo, sin embargo, no quieren sumarse a una falsa mesa y que, sobre el final, Máximo Kirchner termine cerrando las listas en la sede del PJ provincial. Hay un pliego de condiciones y exigen no solo lugares en las listas, sino el protagonismo que le corresponde al gobernador de la provincia. Exigen, a su vez, que por más nacionalizada esté la elección haya candidatos que defiendan la gestión del gobernador.
Kicillof sabe, sin embargo, que está en una encerrona. Cristina le dio el abrazo del oso: con su llamado de paz, la ex presidenta se posicionó como la principal abanderada de la unidad, y cualquier rechazo a ese gesto significa ser el responsable de la ruptura. Con un solo movimiento, CFK había terminado de intervenirle la campaña al gobernador. El desdoblamiento no había servido de nada: la candidatura de CFK en la Tercera cambiaba todo y, ahora, tras ofrecerle la pipa de la paz, Kicillof no le queda alternativa que amoldarse.
“Cristina ocupó toda la cancha y dejó a Axel en un lugar secundario, y ahora Axel va a tener que acomodarse a este nuevo esquema de unidad”, explica un funcionario bonaerense del riñón del gobernador.
Había, sin embargo, un segundo factor. El verdadero motivo detrás del apuro de CFK para anunciar su candidatura provincial y de terminar con la guerra fría. El verdadero motivo por el cual, además, Kicillof aceptó. Esto es: la amenaza de que, más temprano que tarde, CFK terminará presa.
La amenaza de la proscripción
El rumor comenzó a correr con fuerza en las filas del cristinismo en las últimas 48 horas: la Corte Suprema de Justicia no iba a esperar a que finalizara el año electoral e iba a confirmar la condena de la causa Vialidad la semana próxima. CFK, el próximo martes o miércoles, podría terminar presa. Y, si eso sucedía, el panorama político cambiaba. Era otra elección, otro país, otro peronismo.
CFK está preparada. Ya le viene advirtiendo a quienes la rodean, hace semanas, que sospecha que será condenada este año. La Corte ya rechazó la recusación que presentó contra Ricardo Lorenzetti, a quien acusó de falta de parcialidad, y el paso siguiente lógico es la confirmación de la condena: en La Cámpora denuncian que Horacio Rosatti ya la tiene firmada, pero espera el momento político propicio. La gran incógnita es si será antes del cierre de listas o después: si es antes CFK irá presa y no podrá competir, pero si es después ya entran a funcionar los fueros.
Ante esto, CFK repite “Me quieren presa o muerta” y avanza. Ya tiene diseñada una estrategia de campaña, con actividades y recorridas en el territorio –fundamentalmente en los municipios de la Tercera– y está decidida a seguir adelante. Tiene planeado, además, conceder más entrevistas televisivas y en su entorno fantasean, incluso, con un acto de unidad junto a Kicillof y Massa para cerrar la campaña.
Este fin de semana, por ejemplo, viajará a Corrientes para participar del lanzamiento de campaña a gobernador de Martín Ascúa. El sábado por la tarde, en Paso de los Libres, CFK estará presente en el acto y dirá unas palabras, y hay expectativa por lo que dirá luego de la cumbre con Kicillof.
Presa o candidata, admiten en el kirchnerismo, una cosa es segura: CFK ocupará toda la centralidad de la elección bonaerense, la madre de todas las batallas del peronismo.
Nota elDiarioAR -Por María Cafferata