A 20 años del increíble viaje a dedo hasta Madryn de seis hinchas de Argentino
- Por Juan Francisco Vilches -
- Publicado el 27/05/2019
Puede ser el argumento para una road movie nacional, una película de carreteras con final feliz.
En marzo de 1999, un pequeño grupo de hinchas de Argentino –uno de esos hinchas era Matías Huarte, quien era además jugador juvenil del plantel- hizo más de 1200 kilómentros a dedo desde Junín a Madryn para ver al Turco visitando al Deportivo Madryn. Finalmente fue victoria del equipo juninense, con el propio Huarte formando parte del equipo.
El inolvidable viaje, con las peripecias que narraremos, toma más relevancia hoy, con Matías siendo entrenador del plantel y logrando la hazaña de mantener la categoría en un final durísimo de Liga Nacional.
Eran, en total, seis misioneros: el nombrado Matías, su hermano Andrés (lo llamaremos “Colo), Fernando De Narda (“Frentu”), Federico Francisquelo (“Fede” o “Ibalú”), Hernán Rachid (“El Racha”) y Luis Fernando Mugica (“El Pitu”). Se juntaron a decidir el viaje en la plaza Delio Destéfani.
“Armamos las tres parejas”, cuenta Federico Francisquelo, “Matías estaba conmigo, Frentu con el Colo, y el Racha con el Pitu”. Y sentencia una frase tan repetida en épocas recesivas (como la actual): “No había un mango”. El propio Huarte recuerda: “Tenía 17 años: me tuvo que hacer un permiso mi viejo para poder viajar”.
Salida desde la puerta del club Argentino. Parados: De Narda, Mugica, Andrés Huarte y Rachid. Hincados: Matías Huarte y Francisquelo.
A manera simbólica, la salida fue desde la puerta del club Argentino. Quizás por vislumbrar que sería un viaje trascendente, quizá por un natural ánimo pendenciero, los recordados Rubén “Bocón” González y Rubén “Mono” Díaz se peleaban por llevar a los jóvenes hasta el peaje de General Villegas. Finalmente, hubo paz por una decisión salomónica: llevaron a tres en cada auto. Los dejaron por la Ruta 188, debajo del puente de la Ruta 7.
Las parejas tomaron diferentes caminos, pero cayendo la tarde del 17 de marzo, llegaron a Las Grutas, Río Negro. Allí, los alojó en su casa el juninense José Luis González, amigo de la familia Huarte. Cenaron, festejaron el cumpleaños número 20 de De Narda, y pasaron la noche. Al otro día siguieron camino y cerca del mediodía arribaron a Madryn, Chubut.
Llegada a Puerto Madryn, Chubut
“Nos peleamos con el Racha porque quería ir con los jugadores al hotel. Se fue solo. Los cinco restantes nos quedamos en un camping”, recuerda Francisquelo.
Recorrieron la ciudad. Conocieron la playa. Se establecieron en un camping y decidieron hacer un cordero asado.
Francisquelo narra: “Medio que nos mamamos, habíamos hecho el asado con carbón con el Pitu y teníamos las manos negras. A la noche fuimos los cinco al Casino. Sacamos unas fichas para jugar a la ruleta. Estaba llena de coreanos y japoneses en la misma mesa, y nosotros sucios y borrachos. Yo apostaba con la mano llena de carbón. Fue una situación bizarra”
“Fuimos a probar suerte… Suerte fue que nos dejaran pasar”, bromea De Narda.
Al otro día de la experiencia negativa en el casino, listos para ir a la cancha
Por fin, llegó el día del partido. Los peregrinos entraron al gimnasio de Deportivo Madryn y los jugadores de Argentino dejaron de hacer la entrada en calor para saludarlos, agradecidos de su fidelidad. “Fue increíble. Además estaban Javier y Juan Pablo Caliri, que habían viajado en colectivo. Esa esencia de club de barrio mágica que Argentino nunca perdió”, recuerda De Narda.
Luego de los saludos, Matías pasó de hincha a jugador: “El entrenador Cristian Márquez había llevado la camiseta y me hizo cambiar. Formé parte del equipo”, recuerda Huarte. Argentino ganó cómodamente, con autoridad, de la mano de César Pastorino.
Tras el partido, los jugadores comieron y viajaron a Río Gallegos para su próximo encuentro. Matías volvió en auto con los hermanos Alfredo y Gustavo Taró y los hermanos Caliri.
Como ya estaba la noche de hotel paga, los viajeros que quedaban ocuparon su lugar, durmiendo en cómodas camas. Por la mañana, desayunaron como reyes, y comenzaron la vuelta a Junín.
Desayuno de campeones
El club de Las Morochas luego ascendería al Torneo Nacional de Ascenso y a la Liga Nacional. Hubo muchos kilómetros recorridos y otras tantas historias de hazañas.
Pero sin dudas, aquel "viaje a Madryn" quedó como un símbolo de la esencia de Argentino: con pasión y ganas, todo es posible.